Parece arte Manuelino pero es una imitación del siglo XIX. Este lugar, uno de los palacios que tenían los reyes de Portugal cuando existían, es hoy un hotel de cinco estrellas. Está en un entorno privilegiado de fuentes recreativas, y en un alto con hermosas vistas. El hotel es para sus huéspedes pero nos dejan admirarlo a todos los demás. Es gratis entrar al recinto palaciego y disfrutar de los alrededores como haremos nosotros, pero si uno quiere entrar en coche, para no perder horas subiendo y bajando, cobran por cada coche que entra.
Pagamos, porque estábamos ya volviendo a casa, si hubiéramos pernoctado por allí el lugar es sobradamente hermoso para pasearlo y evitarse los seis euros del coche, a cambio de más intensidad y oxígeno.
El lugar recuerda mucho al palacio Da Pena, de Sintra, con otro colorido para que los reyes variaran. Es de aproximadamente la misma época. Que ahora lo pateemos humildes mortales, es la justicia social que trajo el siglo XX, un provecho democrático.
Nos alegramos de tener y comprender un pasado muy diferente al que vivieron nuestros antepasados de aquel siglo, y lo hacemos nuestro, porque ahora es de todos.
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