domingo, 16 de julio de 2023

Después de Tomar: Fátima

 No había donde dormir en la festiva Tomar, pero sí, y mucho, en el invento del siglo XX en Portugal. Unos pastorcillos se encontraron a la virgen y una ciudad con decenas de hoteles surgió de la nada. Gran planificación urbanística del lugar, mucha ergonomía y mucha reinversión. Todavía funciona y la procesión de las velas es digna de verse, sobre todo para un ateo que piensa que lo del catolicismo milagrero es cosa antepasada. (Me dura el fiasco de Lourdes el año del COVID)


No se hace uno a la idea de lo grande que es esto. Por cierto me encanta el diseño de la cruz: hay muy buen arte contemporáneo de vanguardia en este lugar tan singular.


aquí podemos ver personas para que nos hagamos a la idea de lo grande que es la cruz.


Ahí podemos ver una pista arrodilladero. Creo que en Guadalupe de México (que es donde mi imaginario relaciona penitentes arrodillados con cara de personajes de Juan Rulfo) no la tienen tan diseñada. El de negro era un cura (o, al menos, llevaba alzacuellos) También vi a una mujer joven haciendo la pista y llevaba unas rodilleras de antiguo portero de fútbol. 

Los que estaban presenciando una misa a las siete de la mañana escuchaban un lenguaje eslavo: apostaría la mitad de mi fortuna a que eran polacos. 

En el centro está el polaco más famoso en Fátima. En el resto del mundo compite con Frederic Chopin.






Me despido con vistas nocturnas y la procesión de las velas, que siguen a la cruz luminosa que puede verse en cabeza. Se me quedó un runrún de un Ave Ave María. Pero mereció mucho la pena presenciar la vuelta que se dieron a la explanada. Mucho silencio y respeto, unos hombres trajeados de azul marino estaban al tanto del asunto.
 

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