viernes, 18 de noviembre de 2022

Las Hormigas

 Como hortelano odio a las hormigas: en primavera suben a mis árboles, me los llenan de pulgones y luego vuelven a subir en masa a recolectar los azúcares de los que se ven privados mis frutas, arrugan las hojas y las estropean. Yo mato las que puedo (algún día pagaré cara esta afirmación escrita si siguen corriendo los tiempos como corren) y también raspo los pulgones que veo.

Un sistema es simplemente aplastarlas, pero ellas me oponen su número incalculable y su paciencia determinada. No aprenden, como soldados carne de cañón obedecen las normas no escritas pero si implacables y automáticas, de su hormiguero, y en esto son de una envidiable universalidad, no hay vascas, ni gallegas, ni escocesas; carecen  de artificiales fronteras regionales como la que yo he atravesado tantas veces andando corriendo o en bici entre Castilla Y León y Extremadura.

Las hormigas son temerarias y obedientes hasta la muerte. Con frecuencia algún soldado se enfrenta a mí y me muerde con toda su alma hasta que me doy cuenta.  Aunque esté a quince metros de su hormiguero sigue defendiéndolo contra el gigante.

Como remedio práctico para capturar hormigas uso botellas de plástico con una solución azucarada donde, cuando me sale bien, entran a por el azúcar directamente y mueren. (La verdad es que a lo mejor hay hormigas diferentes, más inteligentes o más avisadas, o será que no eché la misma calidad de azúcar las veces que no han caído en la trampa)

Admiro a las hormigas por su tesón, su trabajo y la construcción de un silencioso imperio mundial. Lo están invadiendo todo. No tienen artillería, misiles, ni drones, nunca oí gritar a ninguna, tampoco sé qué es lo que hacen con sus cadáveres, solo he visto muertas las hormigas que yo mato, ¿serán caníbales? creo que no, porque si no se sabría. En mi casa, que es un cuarto piso construido hace sesenta años, hay hormigas, al menos desde su año 45 que es cuando llegamos nosotros. Son pequeñas, pero nunca mueren. Ahora en otoño zumban las moscas zombis antes de morir y sus cadáveres se quedan en el suelo cuando la vida, o la muerte, las derrotan y yo a veces antes de barrerlas las piso y hacen su ruido crujiente característico.

Pensando me quedo si habrán llegado las hormigas ya a arriba del hotel Burk Kalifa, o como se escriba el edificio más alto del mundo. Llegarán.

He intentado leer algo de las hormigas pero en mi biblioteca solo está el poético libro de La vida de las abejas y me he puesto a leer en voz alta el capitulo de "La matanza de los zánganos". Creo que hay mujeres que pueden identificarse con el modo de ver que se describe. 


voy a interrumpir un libro de Vázquez Montalbán que estaba leyendo, por esta joyita.

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