martes, 8 de noviembre de 2022

Ernest Hemingway. Fiesta.

 

Me gusta Hemingway; sabe contarte las cosas, y escribo contarte porque le sientes a tu lado contándotelo a ti. Eso no es tan fácil. Ser natural es un arte. Cuando en una película que transcurre en un pueblo a veces mezclan paisanos de ese mismo pueblo con actores de verdad, se nota que aquellos “cantan”, que están tensos. No son tan convincentes como los actores que hacen de pueblerinos. La naturalidad es eso: que todo discurra sin que se note que está pensado. Recuerdo a Paco de Lucía haciendo de Paco de Lucía en la película Carmen de Gades-Saura. Le rodea un aura de impostura. Antonio Gades habría hecho mucho mejor de Paco de Lucía si se lo hubiera encargado Carlos Saura.

Ya he escrito más veces aquí de Hemingway: me encanta la siguiente elipsis: 

El protagonista está con una amiga norteamericana porque se ella ha quedado con un torero. Es la única mujer en el bar, -estamos en 1920- y  el torero, que ha intercambiado miradas con la rubia, hace de macho alfa, se levanta de su mesa, se acerca a la de Hemingway y la americana y los invita. Intercambian unas pocas palabras porque el torero sabe un poco de inglés y después:

-Siéntese –le pidió Brett-. Tiene usted que enseñarme español.

Se sentó y de nuevo la contempló como si estuviera brindándola a los tendidos. Los hombres que ocupaban la otra mesa me miraron con dureza mientras salía. No fue agradable.

Cuando regresé, veinte minutos más tarde y  miré en el bar, Brett y Pedro Romero se habían marchado. Las tazas de café y las copas de coñac vacías seguían sobre la mesa. Un camarero llegó con la bayeta, recogió el servicio y pasó el trapo por la superficie.



 

 

Y entonces saltamos al capítulo XVIII. No recuerdo ahora mismo ningún “polvo” mejor narrado que el del último párrafo. La verdad es que yo hubiera debido dejar de escribir, por eso he decidido meter la foto del libro, para hacer un gran aparte. Fiesta es una obra icónica de los sanfermines, aunque la verdad: tardan en aparecer. Pamplona y España le deben mucho, aunque no sea para tanto (exceptuando la escena que he reproducido). 

No sé cuántos años hace que lo tengo comprado y ahora que estoy con él me digo: Pero Juanito ¿Cómo no te habías leído esto antes?

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