Un
sueño entre ochenta pesadillas.
Esta
mañana dijeron por la radio que cerraban la fábrica de confección Yuste, de
Béjar. Ochenta puestos de trabajo inmolados con la excusa o la realidad de la
crisis, ante el altar de la competitividad globalizada. Dentro de pocas mañanas
no se encenderán a las ocho sus aceleradas máquinas de coser, aquel rumor se irá
hacia China o Bangla Desh y nunca volverá por aquí.
Pero
veinte minutos después sonó mi teléfono y me ofrecieron mi nuevo trabajo en la
administración de justicia. Como no había trabajado por periodo superior a un
año, quedé el primero en la bolsa de solicitantes, y aquí está su fruto: otra
buena nueva.
Un
sueño: no puedo tener más suerte que la que he tenido; trabajaré en Candelario,
a cuarenta y cinco minutos andando desde mi casa por un hermoso camino de
castaños y robles. Iré caminando todos los días que pueda. Me voy a
ahorrar 11 euros diarios de autobús con relación a mi anterior trabajo en
Salamanca.
Dormiré más y creo que mejor. Seguramente también este trabajo me durará algo más tiempo.
Aunque siempre da miedo realizar un sueño; porque yo fantaseé no poco con trabajar en este sitio. Es mucho más hermoso de lo que sale en las fotos. Su peculiaridad es el fresco rumor del agua que circula por sus calles empedradas, sus grandes casonas del siglo XVIII, que se dedicaban entonces a la chacinería y que se han conservado con gusto y esmero. Tendré allí mi oficina y varios pueblos más que atender.
Me
escuece mi suerte flotando entre las ochenta desgracias, y esta vez no puedo
devolver el billete de 50 euros.http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7185936966255904133#editor/target=post;postID=7374245858178174208;onPublishedMenu=overview;onClosedMenu=overview;postNum=15;src=postname
Por el camino te irás inspirando. Suerte en el curro.
ResponderEliminarEn cuanto vuelva por Candelario te hago una visita
ResponderEliminarSerá un placer, Juan Antonio, menos la última semana de agosto que creo que cogeré vacaciones.
ResponderEliminar