Cuando escribí el anterior artículo, aún cabía en mis neuronas de lectura y raciocinio lo poco de su característica prosa política, que hasta la página 350 había hallado en el libro Contra viento y marea III . Pero no había llegado a los artículos más apabullantes, contra el estatismo, contra Alán García, que –declaro- terminaron de colmar mi resistencia.
Esos artículos son para ser leídos como tarea de buena mañana, con la mente despejada, bien desayunado. Yo no lo hice y me descolgaron: uno sabe desde el principio el final y todos los razonamientos, aunque no su brillante expresión, que lo acompañarán; por su magistral castellano hay que leérselos. Aunque soy incapaz de hacer el esfuerzo de releerlos, tengo la fe del carbonero de que no sobra una nota.
Digo esto por desengrasar, citando que en la película Amadeus de Milos Forman, el envidioso Salieri dice para criticar una obra de Mozart que “tiene demasiadas notas” y Mozart le replica: “pues elimine Vd. las que sobran”.
Como Salieri, soy incapaz de eliminar las notas que sobran, pero no soy el único a quien descuelgan los sesudos artículos económicos en los que demoniza el estado, tan corrupto, tan sin salvación, siempre poniendo como dignos de alabanza a los vendedores de la economía informal, (en España decimos economía sumergida) que eran, para el escritor, la viva expresión del fracaso y de la resistencia del pueblo a la política de Alán García, etc.
Hoy en el telediario vi las venezolanas frases políticas de Capriles y Maduro, simples, gritadas, irracionales, salen dios y el demonio, y el onmipresente fantasma de Chávez. Cuan lejos de esta prosa racional, perfecta, analítica, de Mario Vargas Llosa. Lamento lo mala que es la de la campaña venezolana, pero temo que es lo que funcione, y haya funcionado siempre.
Uno entiende que no sólo en Latinoamérica: en Luxembrugo, en Austria, en Inglaterra, en Suecia, en Canadá..., Vargas Llosa habría fracasado como lo hizo en Perú. Escribe para los lectores que pueden seguirle y aparte de que estos no son muy influenciables, nunca llegaría a las enormes masas que votan con la tripa o con el bajo vientre. Al gran escritor que le gustaba mucho escribir de economía analítica como un relojero que desplegando piezas sobre la mesa explica por qué el reloj no funciona, pero no dice como arreglarlo más que quitando piezas, menos estado, siguiendo pagando la deuda, y privatizando empresas porque su tesis es que la corrupción de los funcionarios no puede ser empeorada por la de los particulares.
(Noticias actuales de la Comunidad de Madrid: los políticos privatizadores hicieron endeudándose, una sanidad con dinero público, para ahora, privatizada, y limpia de polvo y paja, sacarse su beneficio “privado”).
No sigo lo reciente de Vargas, sólo lo que cae en mis manos. Me parece que abandonó sus simpatías hacia el Partido Popular (en los primeros años 2000 fue uno de los flamantes invitados a la boda de su hija en el Escorial, junto con los miembros de la trama Gurtel, Berlusconi, Tony Blair...)y ahora es miembro fundador de Unión Progreso y Democracia, que quizá sea socialdemócrata: su cabeza visible compitió con Zapatero por la presidencia del Psoe hace poco más de 10 años.
No sé si sigue analizando económicamente con tanto plomo como antes. Pero también recuerdo que su denostado Alán García volvió a ser presidente de Perú.
De cualquier manera, leamos estos plúmbeos análisis como un sacrificio, como una ofrenda, como un exvoto: seguramente fueron el germen de su derrota en las urnas frente a Fujimori y, gracias a ella, se nos dio el mayor regalo: que Vargas Llosa volviera a la literatura.
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