Uno se conmueve más por la economía cuanto menos trabaja; cuando es más débil y carece de la vitamina solar que es ver en derredor gente trabajando. Desde la calle, con las manos en los bolsillos, casi sólo atisbo ociosos forzosos como yo mismo, muchos huecos comerciales, ningún negocio boyante.
Ayer la noticia era que somos 200.000 residentes menos en España.
Durante mis pasados viajes conversados en autobús llegué a hablar con un joven ecuatoriano, con la doble nacionalidad española, que se llama Jonatan. Estaba ilusionado con volver a Ecuador, del que salió cuando era un niño, hace 11 años. Tíene futuro, él y lo tiene su país, donde hay tantas cosas por hacer. Yo le dije que le envidiaba, (aunque era por lo joven y por lo ilusionado más que por otra cosa) tiene la vida por delante y Europa, -y más aún España- se está quedando vieja y no queda mucho por hacer.
Jonatan es un muchacho inteligente que está terminado de formarse profesionalmente en electromecánica. Aunque sus padres están integrados, tienen ahorros y aún conservan trabajo -donde parece que son muy apreciados-, ante la crisis, entienden que el futuro de su familia está en volver a Ecuador. Son españoles de derecho, aunque cualquier castellano viejo les menospreciará como sudacas, inmigrantes. (Es curiosa la mudanza de la semántica, ahora que volvemos a las andadas, parece que inmigrante no suena tan mal).
Aquí, en mi Béjar, se dice que peligra otra industria y, sobre todo, el viernes nos manifestaremos multitudinariamente contra el desmantelamiento del hospital.
Hace tiempo se me ocurrió un chiste gráfico: es conocida la expresión la "locomotora alemana", porque es la economía que "tira" de la Unión Europea, en inversión, en consumo, en producción, en transferencias de ingresos para los países pobres... Parece que como "quien paga, manda " por tanto, dicta la política económica de recortes.
En la caldera de las decisiones alemanas de nuestra comunidad europea se inmolan servicios como la sanidad, la educación, y nuestros políticos parecen hacerlo sin ningún criterio, dirigidos por un enloquecido Groucho Marx, -pongánle la cara de Rajoy reclamando "más madera"- mientras los vagones están dejando de existir. En sus decisiones no transmiten más que desesperación.
No es extraño que quien pueda se baje de lo que queda de tren en marcha.
Unas noticias de esperanza.
Parece que la burbuja de los "compro oro" está pinchando. El oro, ese referente mundial tangible está bajando. Y eso será bueno para la inversión mundial, que comprando oro, se hacía conservadora, improductiva.
Y ayer la bolsa subió: pero tampoco nos engañemos: mucha gente necesita aligerar sus cuentas bancarias por temor al "mordisco chipriota". (Por cierto, qué pronto se dejó de hablar de aquella tragedia para los ahorradores).
El estado, para los socialdemócratas como yo, debería ser una entidad anticíclica, es decir, enfriar las euforias económicas, relajar e impedir las "burbujas" (poner razón objetiva y previsiones) por el contrario, en las épocas de crisis debe incentivar la actividad. Reconozco que, sin dinero y con deudas, es muy difícil hacer eso, pero el otro camino es la anemia.
Yo, en próximas entradas, para superar la astenia primaveral, me embarcaré en la narración de mi último trabajo que ya, pasada una semana, parece nunca existió, que fue un sueño.
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