Antes, cuando empezaba a forjarme como melómano, tropecé con esta cinta en el rastro. Yo no conocía más que la celebérrima melodía del adagio. Cuando la escuché con mi casette por primera vez me pareció imposible que una guitarra pudiera sonar con tanto colorido y todo aquello de la paleta orquestal. También el virtuosismo. Al concertista, Javier Quevedo, no lo he encontrado ni en internet y me parece bien sacarlo aquí
Tengo más versiones, en CD, grabadas de la radio, grabadas en video, la de Paco de Lucía, la de María Esther Guzmán, la de Miles Davies, la que hace Gerardo Grriaga para guitarra sola...
Hubo un momento en que conseguí la partitura y toqué algunos pasajes, los más fáciles, no podría con las vertiginosas escalas.
Pero también ha habido momentos en que me saturé y huía de esta música.
Creo que ahora tengo una relación normal, como con un pariente querido con el que, sin embargo, has tenido diferencias.
Con esto se acaba la serie "La forja de un Melómano" que veo en las estadísticas que no ha tenido mucho éxito.
Por úlitmo explicaré el misterio de por qué contiene fotos: cuando blogger restringió la publicación sólo a través de su instrumento Picassa, pedí que en la sala de ordenadores me bajaran esa aplicación y subí todas las fotos de cintas de cassette que tenía previsto comentar, y han estado por ahí tapando huecos, hasta hoy.
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