Decía
en mi anterior artículo lo de “pobres
principitos”, que sin comerlo ni beberlo, han sido extrañados de su paraíso.
Pero de
un paraíso más modesto, precipitados hacia la marginalidad económica, han sido,
están siendo, extrañados centenares de miles de españoles, con sus
correspondientes “principitos” (nada que ver con Saint Exupery). Quizá exagere
y sólo sean decenas de miles; será la impresión viciada que proporciona mi
actual trabajo que para que sepáis, es, básicamente, embargar gente; succionar
patrimonios. Todos los días veo dramas económicos irresolubles.
Como en
las hipotecas no existe la dación en pago, (que sería entregar la vivienda al
banco y que se cobre sólo de ahí), muchas personas que se hipotecaron se están
quedando con un patrimonio negativo, al no conseguirse en la subasta dinero
suficiente para pagar la deuda que contrajeron. Estas personas nunca volverán a
emerger económicamente, porque -nosotros los juzgados- dejamos puestas trampas
en todos los bancos y fuentes de ingresos legales, con el fin de succionar el
patrimonio que les pueda llegar. Así no hay quien levante cabeza.
En la
mayoría de los casos se trata de gentes
formales, inteligentes, en gran parte emprendedoras. Decían por
un poco más que un alquiler me compraré una casa y al final será mía. Eran personas que creyeron que el
futuro sería una progresión y que, en el peor de los casos, venderían su casa a
medio pagar y podrían retroceder a la firmeza de la nada. Pero no, han caído
en una ciénaga, vivirán toda su vida en la catacumba: si trabajan por cuenta
ajena, se les confiscará el sueldo que supere unos mínimos estrictos para vivir
al límite. A pesar de eso nunca lograrán pagar la deuda. Pero, aunque se tenga
la suerte de trabajar por cuenta ajena ¿cómo alimentar y vestir a una familia,
dar estudios a los hijos, pagar la sanidad... todo esto que también se
nos viene encima?
Sus
hijos, príncipes destronados por la burbuja inmobiliaria, lo mismo que muchos
descendientes de parejas rotas, que calcularon sus créditos o sus gastos (también
estoy destruyendo patrimonios por los simples gastos de la comunidad de
vecinos) para dos sueldos que se mantuvieran estables y se ayudaran haciendo
economías de escala. Estas familias con la separación caen en deseconomías de
escala: les comen esos gastos y terminan en la catacumba económica.
Sus
inocentes que van a sufrir este desfase, esta precipitación, lo sentirán como
una injusticia del sistema hacia sus padres; la mayoría –ya lo henos
dicho- gentes de buena fe, que erraron sus cálculos.
En las
cabezas de estos principitos están los gérmenes de los nuevos Lenin,
Durruti, Rosa Luxemburg, Che Guevara...
PERO ES
UN PROBLEMA INSOLUBLE.
Los
bancos, tienen (o tenían) dinero propio, pero la mayoría de su dinero es de los
depositantes y está prestado a gente que
se compró casas. Las entidades financieras no pueden renunciar a seguir
persiguiendo (por poco que saquen) los
patrimonios negativos que se generan. Si fuera así, si aplicaran por su cuenta
y riesgo la “dación en pago”, mucha de la gente que ahora paga, no por interés,
sino por miedo, diría: dejo de pagar y entrego la vivienda, ya que no voy a
caer en la catacumba.
Entonces
los bancos dejarían de ingresar también ese dinero limpio de los que actualmente
están pagándoles, aunque sea haciendo de tripas corazón. Esto provocaría que
aumentaran las casas entregadas, habría aún más oferta de casas: que
–lógicamente- bajarían más de precio. ¿A ver cómo venden las que ahora tienen?
, (…y las que irán cayendo por su propio peso).
El
problema principal es que los precios de la vivienda se han desplomado y siguen
en caída libre. Si los bancos aceptaran, o si el estado les impusiera, la
dación en pago, habrían hecho un nefasto negocio, porque muchas de las casas
que hoy se adjudican en subastas, a las que –confirmo profesionalmente- no
vienen postores, porque a nadie le interesan, se están “rematando” al 50% o al 60% de su valor de tasación de
hace 5 años, y muchas van a tener que venderse aún más baratas si las entidades
financieras quieren recuperar algo del dinero que prestaron en tanto crédito
fallido.
Por
otro lado, existe el problema de a quiénes se aplicaría una retroactiva dación
en pago: a los que pidieron hipotecas, ¿por qué no a los que se endeudaron sin
hipoteca y sus negocios han sido perjudicados por la explosión de la burbuja?,
¿se aplicaría a los de antes se les ha seguido cobrando? ¿se les devolvería el
dinero de más que se les ha cobrado?
¿Con
qué dinero se compensaría a los bancos por una ley retroactiva que tanto les
perjudicaría?
Si,
como es más lógico y la gente reclama, ahora se debiera “rescatar a la gente”
¿quien paga este nuevo rescate? ¿los que ahorraron y se compraron una casa
modesta? ¿Los que viven de alquiler?
En el
cielo funciona (porque Dios la impone) la parábola del hijo pródigo –que, como
cualquier perdón gratuito, es una injusticia- pero en la tierra, en la
realidad, yo no termino de verlo. No sé
vosotros...
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