Habiendo habido tanta corrupción en las altas
esferas ahora entiendo mejor que surgieran anarquistas, nihilistas con bombas.
Isabel II, la tatarabuela del rey Juan
Carlos, gobernaba España con su clítoris: subía y bajaba presidentes y
militares según dieran satisfacción a su ninfomanía (1), parece una película
porno, pero es la historia española, de
la monarquía borbónica, esa que puede acabar otra vez por los suelos porque se
descubre que royeron sus patas el duque empalmado y la “princesa” Corinna.
Sabemos poco de los años vigorosos del rey, pero en la prensa francesa alguien
ha escrito “le plus toumbeur d’Europe”; parece que llevaba décadas haciendo
honor a su primer nombre.
Escribo esto mientras en Suiza se decide por
referendum que los accionistas de base controlen los sueldos del los altos
directivos y que las indemnizaciones por cese que se autoasignan estos
personajes desaparezcan, todo porque un pequeño empresario, cuyo nombre no he
retenido, empezó a mover firmas de protesta al quedarse sin cobrar lo que le
debía una gran empresa que dio en quiebra, mientras el jerifalte responsable se
embolsaba una escandalosa indemnización blindada. -Como los banqueros
españoles, o el tesorero del PP-. La ventaja que tiene el directivo suizo es
que no necesita llevarse el dinero fuera de su país; ya está en el paraíso
fiscal del dinero sucio.
Quien sabe: a lo mejor los suizos son –o van
a ser- muy exigentes con las inmoralidades propias y guardan toda su práctica
hipocresía para recoger y manejar el maloliente dinero ajeno.
Pero según la película basada en el libro
Graham Grenne “El Tercer Hombre” Suiza no tiene una historia apasionante como
la italiana de los Médici y los Borgia. Por eso dicen en la película sólo se ha
inventado el reloj de cuco. Los serios suizos no pueden mostrar un tejemaneje
internacional como el que se trabó para casar a Isabel II:
(...) como siempre
ocurre en estas circunstancias acabó triunfando el candidato que menos peligro
ofrecía a todos, Francisco de Asís, primo de la reina.
Podía haber
sido el freno sexual y político de una reina, llena de fervor en ambos
sentidos, y fracasó. <<Levaba
más encajes su camisa que la mía>> cuentan que
dijo Isabel II tras la noche nupcial. La voz popular recoge y amplía enseguida
los aires que se oyen en la corte.
Paquito Natillas
Es de pasta flora
Y orina en cuclillas
Como una señora.
FERNANDO DÍAZ-PLAJA Otra historia de España. Plaza y Janés 1972
(1)
Fernando Díaz Plaja escribió pero
sufriendo además de una femineidad acusada, que no ocultará a la hora de
ascender generales y recompensar a cortesanos.
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