El sábado 16 de marzo cayó la piedra en el estanque de los rescatables de la Unión Europea. En Chipre confiscarán el 10% de los ahorros. Mi familia es ahorradora y tengo miedo de que nos afecte una medida igual. Muchos tenemos miedo. A la gente de mi trabajo tampoco se le pasó la trascendencia de la noticia, y esta vez no era una indignación exógena: llegaba más dentro. Todos esperan que no se haga realidad en España, hay menos bromas y –sorprendentemente- también menos indignación, la gente como que no quiere decir que tiene dinero en el banco y evita que los comentarios se le noten.
Destrozarán el ahorro y el espíritu ahorrador, ese que permite financiar los sueños de otros a cambio de la seguridad de que te guardan tu dinero.
Pero es lógico: lo digo con resignación. Todos los sectores económicos: constructores, comerciantes, empresarios, funcionarios, pensionistas, artistas, peluqueros, parados, hoteleros, (hasta los chinos, -ya lo dije por ahí-) han recibido una dentellada. Todos, salvo las garrapatas del sistema. Ahora nos toca a los ahorradores, a los que no nos ahorcamos con una hipoteca, nos pueden confiscar nuestra seguridad. Consolémonos: será sólo un 10%. Hay gente que ha perdido más de un 100%, me refiero a los que -además- se quedan con deudas.
Las olas de la piedra del estanque producen un pequeño tsunami: los ahorradores retirarán poco a poco el dinero de los bancos.
Hay efectos positivos: subirá el consumo, pero de lo que más de cajas fuertes, -y de traficantes de dinero a Suiza-.
Una economía como la europea, singularmente la de los países más en crisis: Grecia, Italia, Portugal, España, Irlanda, tan necesitada de financiación exterior se va a estremecer por un país del que la inmensa mayoría no conocemos ni un personaje famoso a lo largo de la historia, ni casi situar en el mapa. En las monedas de euro, -desde luego- no está.
No hay comentarios:
Publicar un comentario