sábado, 2 de febrero de 2013

ARDOR GUERRERO 2 -AGRADECIMIENTO-


 

Acabo de terminar este libro y no quería haberlo hecho porque no sé por cuál empezar ahora, con qué historia, escritura, ritmo, autoexploración puedo regalar mi alma penetrada por este artista. Diréis que soy un pesado, un recalcitrante enamoradizo, pero Ardor Guerrero me parece el mejor libro que he leído. Sé que esto es mentira o, mejor dicho, es verdad. es la verdad que siento ahora embriagado de compartir los sentimientos y la expresión de Antonio Muñoz Molina. Sé que pasará, que recobraré la perspectiva, esto me ha ocurrido muchas veces, pero hoy quiero recrearme en esa sensación y volver abrir el libro al azar y caminar junto a él. Es mi grito de borracho enfurecido, agarrado a una farola, desafiando a los demás, que serenos pasan, desafiando a mi propia estima.

Estoy cayendo, lo sé. Mi prestigio ante vosotros mis seguidores, y ante los ocasionales visitantes, esta herido de desmesura. Pero soy feliz dándome el gustazo de proclamar mi agradecimiento.

AMM y yo tenemos alguna cosa en común y es mi nombre: Juan de la Cruz. Que murió en su pueblo, que es el nombre del instituto donde hizo el bachillerato y soñó con ser escritor. Yo hoy entiendo mejor en cántico espiritual “amado, donde te escondiste”.

Y lo siento por AMM.

Estoy agradecido a mi suerte, que un día hizo que le reconociera cuando venía solo, de frente, calle abajo en Santander, estoy agradecido a mi mujer que me convenció, (yo no quería molestarle) -creo que fue ella misma la que le paró-, de que le abordáramos, estoy agradecido a su gentileza, que nos atendió y originó el sentimiento de deuda por no haber sabido demostrarle, en tan alta ocasión, que le apreciábamos y que le habíamos leído mucho en “El País”, pero menos de lo que debiéramos en los libros. Por ese desequilibrio, esa deuda que contrajimos, los dos le leemos aunque en libros reciclados. Quizá debiéramos leerle y mantenerle, comprando devotamente  sus libros nuevos. Lo merece.

 

P.D. Escribiendo del reciclaje: no comprendo como alguien pudo desprenderse de Ardor Guerrero, porque el libro que compré ha sido manoseado por quizá varias personas, es posible que alguien lo releyera varias veces, (cosa que, a pesar de mi actual embriaguez, no tengo pensado hacer, -una prueba de que se me está pasando la “mona”-) o quien lo hizo no tenía sensibilidad o le estomagaba el tema de la mili. Es mejor pensar, (estoy todavía lleno –ahíto- de platonismo agradecido ) que alguien se lo dio a Comendador por dos filantropías, para que sacara dinero para su ONG y para que lo leyeran otros: le estoy muy agradecido por la segunda.

Hoy Ardor Guerrero ocupa un lugar muy importante en mi corazón pero, mientras tenga sitio en casa, ocupará un lugar en mi estantería, porque quiero que lo lean mis mujeres, y quiero dejárselo a mis amigos, y quiero mientras miro y reconozco mi acervo, mi patrimonio cultural, encontrarle ahí.

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