El flamenco tenía que llegar, siendo yo
guitarrista, porque en España mi instrumento popularmente siempre se asocia al
flamenco. Pero tardé en entrar. El problema del flamenco es que hay que vivirlo
antes de aprenderlo y aunque los españoles tengamos un oído propicio, (porque
siempre ha aparecido por la tele o por la radio, en las saetas, en el prototipo
de alegría y palmas, en Falla y Albéniz, en la copla, en Manolo Escobar,
incluso ahora con Alejandro Sanz y otros) hay que mamarlo, para mamar hay
arrimarse a la teta, no sirve hacerlo por papeles.
Lo fácil para iniciarse en la guitarra,
(dentro de lo difícil que es) es aprender por la guitarra clásica, porque hay
una escuela, unos métodos, unos estudios -que son piezas para
ejercitarse-, conservatorios: todo muy
bien visto y a principios de los años 80, muy contrastado. Por el contrario, el
flamenco resulta, aún hoy, muy marginal; no es la opción natural para aprender,
salvo –como he dicho antes- quien se cría con ello.
Yo me inicié en la guitarra con 10 ó 12
clases que me dio un aficionado se llamaba Ángel Jiménez Berrón, que estudiaba
entonces guitarra clásica y tenía cintas de Andrés Segovia; recuerdo que nos
puso alguna en clase. Al verle tocar yo dije: esta es mi música, este mi
maestro; esto es lo bueno: Paco de Lucía y esas cosas tienen chimpún y palmas y
rasguean mucho, golpean la guitarra, nosotros tocamos más fino y detrás nuestro
están Bach y Beethoven y Chopin, Tárrega, Rodrigo... Detrás de ellos ¿quien
tienen?
Un adolescente busca una identidad sólida,
pertenecer a un grupo, tener opiniones cuanto más firmes, categóricas y
radicales, mejor. Yo también; fui un integrista de lo clásico. Me acuso.
No obstante también había fuerzas
aperturistas en mí. Y en el rastro aparecían cintas baratas de Serranito, de
Manolo Sanlúcar, que empecé a comprar. Manolo toca más clásico que Paco, que
toca más gitano (aunque no es gitano), y ya por entonces más jazz, siempre con
más apertura, más fusión, acordes oscuros, percusiones, gritos, jaleos..., cosas
extrañas a la música clásica. Hoy parece que el cajón como instrumento flamenco
estaba ahí siempre, pero él lo descubrió en Perú en los años 80. Por eso,
“entre dos aguas” -que es del 73- está acompañada por un bongó.
Además Paco de Lucía era el omnipresente,
como Karajan, como El Real Madrid; a mí me gustan los contrapoderes, no sé si
lo he escrito alguna vez pero yo era, antes de ser insumiso al fútbol, del
Atlético de Madrid, todo un contrapoder.
Manolo Sanlúcar podría ser para mí el
Atlético de Madrid, además Paco de Lucía es seguidor del Real Madrid, (algún
defecto había de tener).
El caso es que fui abriéndome al flamenco con
las cintas baratas de Manolo Sanlúcar, Paco tenía mejores discográficas,
-estaba en la casa Philips-, que no le vendían en series económicas y no era
posible encontrarle por doscientas pesetas como a Manolo.
Hace pocos años imprimí una partitura rusa en
cirílico que resultó ser de Manolo Sanlúcar, la intenté y creo que podría con
ella, porque es mucho más asequible para un guitarrista malo como yo que las
virguerías de Paco.
Es una lástima que este gran compositor y
guitarrista de Sanlúcar sea el perpetuo segundón. Seguro que el día que se
muera dirán eso de siempre estuvo a la sombra.... Manolo tiene su estilo
propio, nunca ha imitado a Paco, aunque le reconozca, pero él ya había escogido
su camino..., lo más triste tiene que ser que
ningún guitarrista flamenco toca como Sanlúcar. Incluso Vicente Amigo,
que estuvo muy agradecido en el grupo de M. S. haciéndole segundas guitarras y
aprendiendo el oficio, es el “primun inter pares” de los 100.000 hijos de Paco.
¡Pobre Manolo Sanlúcar! si ha tenido hijos
habrá debido decirles: prefiero que toques el clarinete, o el violoncello,
porque si no voy a tener otro discípulo de Paco de Lucía en casa.
Porque Paco de Lucía es el dios verdadero.
Cuando la casa Smash sacó unas cintas a 300
pesetas que ya pude comprarme -fue en un expositor vertical de la
estación de autobuses de Ávila, lo recuerdo bien-, yo también lo supe. No sé si
ya había conocido a Santiago Gutiérrez, que también, al tirarme del caballo, me
habló de Paco, pero oír a de Lucía con
un poco de continuidad fue definitivo, hay pocos músicos que lleguen a ser tan
puros, tan intensos, que transmitan tan claramente la esencia de un arte
salvaje: es la mezcla ideal de técnica y corazón. Un superdotado: dedos fuertes
y largos, reflejos felinos, con un arte milenario a sus espaldas y por su
sangre, y su originalidad humilde para aprender, para mezclar y diciendo
siempre que lo que él querría haber sido es cantaor, pero que le daba
vergüenza.
Paco de Lucía es el milagro que necesitaba el
flamenco, como Astor Piazzola fue el milagro que necesitó el tango. Seguro que
los dos genios se conocieron y se admiraron tocando en festivales de música
alternativa, adonde les llevaban buscando el pan para los suyos y el
reconocimiento para sus músicas de segunda, músicas de género.
Todos en España sabemos que el mejor guitarrista del mundo es
Paco de Lucía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario