jueves, 31 de enero de 2013

ARDOR GUERRERO: UNA OBRA MAESTRA



¡Troppo vero! exclamó el Papa Inocencio X al ver la penetración psicológica que había conseguido Velázquez en su famoso retrato. Alcanzó el pintor a desvelarnos un alma nada piadosa y sí muy intrigante, “un hombre de cuidado”, en el que salta a la vista su virilidad desafiante,  un sujeto a las peores pasiones, tan alejado  de la imagen beatífica de un “santo Padre”.

Sin embargo el personaje se reconoció y regaló el elogio mejor que pudo recibir el artista, pero también un elogio amenazante, como la  esencia del personaje delatada por el cuadro.

El libro Ardor Guerrero en el que Antonio Muñoz Molina tiene la originalidad de narrarnos la mili, eso que tantas veces tantos nos han contado, pero ¡troppo vero! y eso que yo no hice la mili, pero la reconozco, ¿vaya si la reconozco! que la estoy padeciendo con él treinta y cuatro años desde que la cumpliera, y catorce desde que la escribiera.

La maestría del lenguaje y la penetración psicológica de Muñoz Molina, así como su hondísimo examen de conciencia, me han conmovido tanto que juro que anoche tenía una inquietud angustiosa que no me permitía conciliar el sueño, y eso que -por fin- le había salido algo bien en el cuartel. El lenguaje y la narración achicadora de todos los espacios alcanzan una maestría que para mí supera las obras anteriores del ubetense, rayando tan alto como pudo rayar Vargas Llosa, que escribió el primer ardor guerrero de la historia: La ciudad y los perros.

Sé que Muñoz Molina ha seguido escribiendo sin parar, -el año pasado publicó su última novela-. Aunque lo espaciaré, ardo en deseos de ver como mantiene o -si fuera posible-supera el nivel.

 

Lo más triste es que en mi trabajo me toca copiar al pie de la letra horrendos escritos en los que los abogados llegan a acuerdos se llaman transacciones para evitar la sentencia del juez. Farragosos, reiterativos y sin claridad mental ninguna, todo lleno de “el mismo” “la misma” “al efecto”“interesamos”... no sé si pensar que son incultos y no tienen idea de escribir claro y bien puntuado, quizá que con estos acuerdos tal mal redactados estarán sembrando el germen de un futuro pleito y más dineros para ellos.

 

Recomiendo tanto leer a Muñoz Molina como huir de los abogados.


Pd Durante algunos momentos de la lectura estuve escuchando este delicioso disco de Antonio Fragoso un portugués de principios del S XX malogrado (no alcanzó o escasamente alcanzó la veintena)

 

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