¡Troppo vero! exclamó el Papa Inocencio X al ver la
penetración psicológica que había conseguido Velázquez en su famoso retrato.
Alcanzó el pintor a desvelarnos un alma nada piadosa y sí muy intrigante, “un
hombre de cuidado”, en el que salta a la vista su virilidad desafiante, un sujeto a las peores pasiones, tan
alejado de la imagen beatífica de un
“santo Padre”.
Sin embargo el personaje se reconoció y
regaló el elogio mejor que pudo recibir el artista, pero también un elogio
amenazante, como la esencia del
personaje delatada por el cuadro.
El libro Ardor Guerrero en el que
Antonio Muñoz Molina tiene la originalidad de narrarnos la mili, eso que tantas
veces tantos nos han contado, pero ¡troppo vero! y eso que yo no hice la
mili, pero la reconozco, ¿vaya si la reconozco! que la estoy padeciendo con él
treinta y cuatro años desde que la cumpliera, y catorce desde que la
escribiera.
La maestría del lenguaje y la penetración
psicológica de Muñoz Molina, así como su hondísimo examen de conciencia, me han
conmovido tanto que juro que anoche tenía una inquietud angustiosa que no me
permitía conciliar el sueño, y eso que -por fin- le había salido algo bien en
el cuartel. El lenguaje y la narración achicadora de todos los espacios alcanzan
una maestría que para mí supera las obras anteriores del ubetense, rayando tan
alto como pudo rayar Vargas Llosa, que escribió el primer ardor guerrero de la
historia: La ciudad y los perros.
Sé que Muñoz Molina ha seguido escribiendo
sin parar, -el año pasado publicó su última novela-. Aunque lo espaciaré, ardo
en deseos de ver como mantiene o -si fuera posible-supera el nivel.
Lo más triste es que en mi trabajo me toca
copiar al pie de la letra horrendos escritos en los que los abogados llegan a
acuerdos se llaman transacciones para evitar la sentencia del juez.
Farragosos, reiterativos y sin claridad mental ninguna, todo lleno de “el
mismo” “la misma” “al efecto”“interesamos”... no sé si pensar que son incultos
y no tienen idea de escribir claro y bien puntuado, quizá que con estos
acuerdos tal mal redactados estarán sembrando el germen de un futuro pleito y
más dineros para ellos.
Recomiendo tanto leer a Muñoz Molina como
huir de los abogados.
Pd Durante algunos momentos de la lectura estuve escuchando este delicioso disco de Antonio Fragoso un portugués de principios del S XX malogrado (no alcanzó o escasamente alcanzó la veintena)
Pd Durante algunos momentos de la lectura estuve escuchando este delicioso disco de Antonio Fragoso un portugués de principios del S XX malogrado (no alcanzó o escasamente alcanzó la veintena)
No hay comentarios:
Publicar un comentario