Rodeada su parte más noble por un marroncísimo Guadalquivir, encontramos a Montoro. Supongo que se llamaría Monte de oro, "Mons aurum" con mayor probabilidad que monte de toro "Mons Taurum". Pero no es dorada como Salamanca; exhibe su hermosa piedra molinaza, que llenó de nobleza y filigrana las casas aupadas en este monte marrón tostado rojizo, más vivo color que el arrastre del río que le circunda, que probablemente luce así porque disuelve a su paso mucha piedra y tierra molinaza, y así camina a Córdoba donde desde el famoso puente tampoco permite ver peces; ni siquiera submarinos que pasaran por allí.
Anduvimos primero el paseo fluvial.
En una de estas casas colgantes tomamos alojamiento, con balcón al Guadalquivir.
Nosotros no buscamos lujos pero a veces los encontramos, este alojamiento nos costó 65 euros, evidentemente vale más, pero no parece que hubiera muchos turistas por allí entre semana. Nosotros pasamos la noche en este palacete solos, sin un ruido, con todo a nuestra disposición, aunque no lo disfrutamos como merecía, porque habíamos venido a ver la ciudad.
Alabo el buen gusto de los que montan alojamientos así, son personas verdaderamente generosas, arriesgan mucho por poco dinero, cuidan detalles inverosímiles. Nosotros no merecemos tanto, vivimos por encima de nuestras posibilidades, pero nos esmeramos en cuidarlo. Ojalá sea todo el mundo así de considerado, aunque conocemos demasiado el género humano y lamentamos que alguna gente pudiera dañar esta hospitalidad tan hermosa. No lo he escrito otras veces pero hemos estado en muchos sitios así de bonitos.
Este era nuestro balcón, mucho más amplio de lo que se ve en la foto.
Desde allí se veía también la torre de la iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario