España soporta desde hace décadas la historia de las identidades, de que todos somos dis-tintos- (pongo estos guiones porque la cosa va a ir de tintos) Las antiguas regiones quieren ser naciones, nacionalidades, países independientes (bueno esto solo la mitad de la gente de un par de ellas).
Todo resurge cuando se acaba el franquismo que nos uniformaba y no nos permitía ser nosotros mismos, (o ellos suyos, más bien). Por mí estupendo que cada lugar tenga su lengua propia y sus banderas y sus instituciones, plazos, requisitos, policías, todos diferentes para que sintiendo la molestia de que no nos vale lo de nuestra región, nos demos cuenta de que hemos pasado una frontera y que estamos en un país que ya no es del todo nuestro, sino un poco más suyo.
Resulta que mi mujer y yo estamos empezando a comprar de vez en cuando alguna botella de vino para acompañar las comidas, vinos de poco más o menos dos euros, que ya hay una buena panoplia donde elegir en los supermercados donde vamos.
Había hecho yo la parte de la compra que me correspondía en el Mercadona de Béjar, y mi mujer estaba entretenida en la pescadería cuando me puse a mirar los vinos, ¡qué bonitos diseños!, cada uno de su denominación de origen Rioja, Navarra, Ribera de Duero, Jumilla etc: todo muy acorde con la identidad de cada región vinícola, como debe ser. Está bien viajar por las regiones vitivinícolas, bebiendo con moderación es cultura, dicen.
Entonces en mi escrutinio me encuentro un par de marcas de botellas que no ostentan denominación de origen, sino una marca: una se llama Merlot y otra Aygrath, entonces pensé que podían ser vinos de Argentina o Chile y les di la vuelta y resulta que tienen en pequeñito el registro sanitario CAT que corresponde a Cataluña. Entonces recuerdo que hace años decidieron que las provincias no iban mucho con ellos y que para favorecer algo identitario adoptaron esta particularidad, aclaro que los demás registros sanitarios seguimos funcionando por provincias.
Yo de niño recuerdo los vinos del Priorato y del Penedés, que son famosos de siempre. ¿Cómo no aprovecharse del prestigio de siglos? ¿Cómo no consolidar ellos que son tan así, su identidad en lugar de enmascararla?
Pues sí, debe ser mejor tratar de vender con una máscara para pasar desapercibida su identidad. Hay mucha gente que ha debido tomar nota; y no es buena nota, claro.
Tantos años buscando destacar para ahora tratar de confundirse malamente.
No he probado todavía los vinos catalanes desidentificados, porque ese día adquirimos uno de la denominación de origen Toro (Zamora) a 1,90 que está muy bien; por ello solo puedo mostraros la botella vacía.
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