Laredo, ya lo vimos hace un par de artículos, tiene una playa espectacularmente grande y amable por su llaneza que hace olas acariciadoras. La paseamos al anochecer porque, como di cuenta antes, nos habíamos entretenido en viajes aledaños.
fue nuestra, estábamos casi solos y pasamos una hora con los pies hollando su fina arena, mecidos por su suave oleaje, con sus cálidas aguas que al ser de poca profundidad acumulan más el calor del día.
Con este embeleso nos fuimos a dormir prometiéndonos que la pasearíamos un poquito en la mañana para llevarnos el mar en los sentidos camino de Béjar por los cuatrocientos kilómetros de vuelta, parte de ellos sobre la ardiente meseta castellana.
Conseguí dormir desde las doce y media hasta las dos y cuarto cuando llegó un grupo de jóvenes, cuatro chicos y una chica que se pusieron a hablar y reír, alto, estaban algo bebidos. Salí a la terraza a ver de dónde venía la perturbación y habían montado un picnic en la terraza de al lado, casi podía alcanzar sus botellas con mis brazos. Les advertí y les rogué, por no excitarme mucho; como no se callaran, volví a salir diez minutos más tarde, y esta vez me acompañó mi mujer, por sosegarme y que no hiciera ninguna locura, (creo que ya estaba en el candelero la paliza mortal de un grupo de jóvenes a Samuel Luiz)
Parecía que se avenían y, al poco, se fueron unos cuantos pero dos o tres siguieron con risitas intermitentes, pero no tanto como para que pudieran permitirme dormir, (esa maldita sensación de que parece que ya se callan, pero que reaparece recargándote la ira) fantaseaba con cosas amables que me suelen llevar al sueño, pero también con que les arrancaba la cabeza, con que les destrozaba los coches que tenían junto a mí en el aparcamiento. Pero no me dormí, a las cinco de la mañana le dije a mi mujer que pasaba de encabronarme más, que saldríamos del hotel que estaba a un par de km. de la playa, y que ya pararíamos a echarnos una siesta en el coche, por el camino, algo que hemos practicado en Francia y en España después de comer y que recomiendo porque es muy reparador.
Así que nos fuimos pacíficamente, sin hacer ruido, sin atacar su coche, había varios, puede que si hubiera sabido a ciencia cierta cuál era.... a disfrutar del amanecer. Quedaban, por el camino y en la playa, rebaños de jovencitos en la playa rodeados de botellas vacías pero en franca retirada: a las 5 y media ya no sale ningún plan y además comienza a hacer fresquete.
poco después los servicios municipales comenzaron a peinar la playa y a cargar los restos que dejaron los cachorros de ciudadanos incívicos.
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