En estas forzadas vacaciones hemos visto la serie completa de la BBC. Ahora estoy leyendo los libros, donde se describe más extensamente la perfidia, la lujuria, lo arbitrario del poder absoluto, deificado, nunca falto de esbirros que, implacables, ejecutan las órdenes de los mandones de turno.
Creo que ya conté que a una señora de 71 años diabética, muy andarina junto a su marido, (ahí es, andando por los montes, donde los hemos conocido hace tiempo) la cazaron con una multa de 600 euros, por salir a las diez menos cuarto en lugar de a las diez. El final es que la señora pasó una noche horrible, al día siguiente se consiguió un certificado médico, hablaron con otros policías conocidos para que intercedieran y le quitaron la multa, con la severa advertencia de que no fuera pillada en el horario de los menores de 70 nunca más.
Mi mujer y otras personas más, yo también pero es que mi mujer no corre nunca, hemos echado a correr al ver a la policía municipal, que ya nos advirtió el primer domingo que debíamos correr porque si andábamos no podíamos excedernos de un kilómetro.
Pero en realidad nosotros hemos hecho como mínimo 8 kilómetros, algunos días hasta doce. Los bosques de Béjar deben estar repletos de coronavirus de andarines y corredores que sobrepasan los dictados gubernamentales.
Hoy en el santuario del Castañar que está en un bosque lleno de caminitos, se pusieron a pedir mascarillas. Nos lo advirtió, semiaterrada, una conocida que, por primera vez, la llevaba puesta. Aclararé que nosotros, como todo el mundo, seguimos siempre la regla de la máxima distancia invadiendo la carretera, o haciendo zig zag en una acera de cuatro metros, que da de sobra para evitar cercanías.
Pero hoy no le apetecía a mi alma que un policía me llame la atención y me sermonee diciendo que es necesario llevarla por si encontráramos una aglomeración, así que hemos escapado por caminos menos transitados.
¿Tengo yo con 55 años que cambiar mis planes, ocultarme, correr como un conejillo para que unos jovenzuelos de policías no me amonesten o me multen con seiscientos euros?
-Pues sí, mi dignidad no es tan cara. En el campo del deporte vendo por menos de 100 euros.
Acabo de leer como el viejo Claudio se postraba ante el joven Calígula porque estaba muerto de miedo y le seguía la corriente ante sus caprichos.
Un ejemplo. Hace dos semanas y un día nos permitieron salir a hacer deporte y a pasear unas horas. Entonces estaríamos por los 700 muertos diarios y desde el jueves ya es obligatorio llevarla y todo el mundo la lleva, aunque sea de la mano, pero ahora resulta que los muertos se han reducido a 70. ¿Cómo se come eso?
Me dirán que no había suficientes mascarillas y ahora sí. O que han descubierto que los bichos flotan más de lo que pensaban y ahora hay que poner barreras, a pesar de que haya muchos menos muertos y se detecten muchos menos contagiados. Es decir, hay mucho menos peligro.
Hoy, hablando de playas, le preguntaban al deificado portavoz de sanidad que si en el agua de mar es posible contagiarse, y ha dicho que no sabía, que hay vertidos de aguas fecales en el mar. que pudiera ser Unas vaguedades, ambigüedades, tenebrismos... que espantan; lo que buscan es espantar.
¡Bueno!, señor, llevamos bastantes meses con esta historia, ¿es tan difícil tomar unas muestras de las alcantarillas que llegan al mar y hacerles análisis? ¿Es tan difícil tomar un cubo de agua de mar y echar una mascarilla usada por un muerto de esta enfermedad o varios esputos que voluntariamente se cedan por cualquier enfermo en UVI y hacer los análisis y sacar las conclusiones científicas y fiables?
¿Para qué coños quieren tanta cuarentena, tanto confinamiento, tanta frustración? ¿No debería ser para investigar y trabajar en la búsqueda de soluciones o al menos de conocimiento?
Termino este artículo el lunes 25 y os puedo contar que salí a pedir libertad los pasados viernes y sábado.
Mis razones:
Ya es por demás.
Libertad es libertad.
Nunca he tenido menos libertad y más miedo a las fuerzas del orden que en este estado de alarma. Será porque me llevo mal con las armas.
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