Desde hace siglos me parece que el dineral del fútbol es un dislate.
La gente responde que ellos lo generan, que el mundo se mueve en su redor: las televisiones, la publicidad, la política; muchos que lo intentan y la destilación de todos ellos da Messi.
Pero ya no, ahora no se puede jugar: los de abajo, los niños no pueden jugar en el patio, ni los adolescentes, ni los aficionados, ni los de regional etc. hasta la punta de la pirámide donde está el argentino.
Ahora el chorreo de millones no tiene sentido, porque la gente no se apretará, ni los gritos llenarán los vacíos que haya que dejar por seguridad, ni la ilusión de que es un espectáculo único y carismático. Ya no, hemos descendido a la realidad, no es más que un juego de habilidad. Basta ya de hablar de millones de euros como si fueran sacos de patatas. Lo importante son las patatas y el pan y el pollo y hasta la cerveza, pero esa sublimación económica ha de terminarse.
Ha muerto gente, otros lo han pasado muy mal, algunos tendrán secuelas, a todos los demás nos han robado una primavera y muchos sueños, además del sueño. Hay gente que tiene miedo, otros están pisando arenas movedizas que se los van a tragar.
Muchos tienen prisa por que empiece la normalidad del fútbol, los fichajes, las lesiones, los piques, las declaraciones, pero ya no pueden ser los mismos millones. Hay que alzarse contra ello.
Es que hoy he oído por la tele que el Barcelona quiere fichar a un jugador nuevo por solo setenta millones.
¿Esto no puede ser la nueva realidad? ¿No quedamos en que debíamos salir mejores después de esta terrible experiencia?
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