martes, 24 de septiembre de 2019

Francia: la segunda guerra mundial.

Desde la primera vez que estuve en Francia (fue en París donde mostraban huellas de algunos sitios donde cayeron los resistentes) me pareció increíble que ningún país hubiera dominado a este pueblo tan poderoso, opulento, desarrollado, admirable.
Me pongo mentalmente en la virilidad orgullosa de un alemán ocupante y en la de un francés ocupado de aquellos años para concluir en la aberración que supone para éstos, y el "subidón" que supuso para los otros mientras duró.
Disfrutando desde el coche los paisajes y los campos sabiendo que son completamente ajenos, me imagino el poderío que sentiría un alemán circulando por las mismas carreteras hace setenta y tantos años. Ya he escrito que los franceses no hicieron monumentos a esta guerra; sí, y bien grandiosos, a la primera. Pero es inevitable encontrar huellas, especialmente si se buscan.
Aquí están los búnkeres de los submarinos alemanes en Lorient, parece que sobrevivieron a las bombas de los aliados. Es lo más llamativo de esta ciudad, y curiosamente está escrito su nombre igual que en español "La Base"

 

Es un símbolo muy pesado y muy difícil de derruír que quedará para siempre, como los anfiteatros romanos, (donde tampoco se hacían cosas santas), como una huella indeleble de la historia, Hitler, como un faraón en el suelo francés, sí:  pero viendo el grosor del hormigón se entiende que se tiene que quedar ahí, por pura ley de gravedad.

Uno es aficionado a oír por la Radio Clásica  la última noche de los PROMS, que son conciertos populares que dan los ingeleses en Londres, En en concierto final se alardea de patriotismo cantando la más famosa marcha de Pompa y Circunstancia de Elgar, uno siente la segunda guerra mundial y el orgullo de resistir los bombardeos para acabar ganando. Los franceses no pueden hacer esto, sino todo lo contrario, debe ser un dolor, algo para olvidar; y también me duelo con ellos.

Otra parte de la guerra que salió al camino fue un cementerio americano; no dudamos. Es algo diferente a la monumentalidad francesa. Allí reinan la solemnidad y el césped, y hay tanta gente allí, que creo que coincidimos con algunos familiares que iban a ver a sus antepasados. El buen tiempo ayudó.


Pero seguimos camino hacia Mont Sant Michel y nos salió la indicación de un cementerio alemán. Tampoco quisimos perdérnoslo. Es diferente. Primero está acorazado, nadie va a violar las tumbas de los americanos liberadores, (también están vigiladas, que conste) pero el cementerio alemán tiene otro aspecto.


También impresiona, y no es difícil compararlo con (lo siento) un campo de concentración, esa idea tópica que le saldrá a todo el mundo cuando vea algo alemán de la II GM.

continúo con esta impresionante entrada: uno lo siente más imponente, por antinatural, pero también más fúnebre, sobrecoge más, porque lo aprecias más ajeno, las otras cruces las hemos visto muchas veces: sugiere plomo y guerra. Y ya lo he dicho: uno como que teme que le va a salir alguien a preguntar ¿qué se le ha perdido a usted por aquí?

Pero luego ves los nombres, y las fechas, algunos tenían menos de veinte años, y lo sientes humano, hay muchas dependencias como esta, en dos pisos repletos. Creo que leí que había más de 12.000

De pronto nos encontramos con una foto que alguien dejó y que todo el mundo ha respetado, era un hombre, que murió de un disparo o destrozado por una bomba, un cañonazo, o una granada. El respeto se redobla.
En la retirada es muy difícil llevarse e identificar los cadáveres, hay muchos de soldados sin identificar, "un soldado alemán" lo que introduce una tristeza suplementaria.

Acabaremos bien: el cementerio alemán tiene otra ventaja imbatible, y es la vista que hay desde el segundo piso: merece mucho la pena no dejar de subir allí.

¿No lo véis? sí. parece algo, era como el objetivo de nuestro viaje a Francia, la primera vez que lo vimos.


Sí, era ello. Usé el zum de la cámara. Un cuento, ¿verdad? en el siguiente artículo nos acercaremos más a él.



No hay comentarios:

Publicar un comentario