Uno pensaba, hace tiempo, (y así seguía lo que pregona el régimen apellidado Castro que va a cumplir 60 años mandando en Cuba), que los cubanos eran los que vivían en Cuba, como suelen ser los españoles los que viven en España, o los franceses en Francia, etc. El régimen dice de sí mismo "Cuba piensa" o "Cuba defiende" o "Cuba sufre", pero Cuba es muchísimo más que ese régimen que tampoco se atreve a dar voz libre a los que viven allí para decidir quién les manda, o qué leyes se ponen, se quitan o se cambian; seguramente sospecha que perdería o se vería gravísimamente cuestionado también por los que se han quedado.
Por otro lado, no creo que ese régimen ni nadie, tenga ninguna duda de que el 95% de los que se han ido, querrían otra política -más libre- que la impuesta por la fuerza de las armas en 1959.
Antes de dispersarme más, quiero decir que escribo este artículo porque he oído cómo coreaba el público las canciones de Joaquín Sabina en Miami, y no se diferencia en nada de ninguna otra capital hispanoamericana. Miami ya no es el lugar donde acaba la película Some Like it not (Con faldas y a lo Loco, en España), ni Las chicas de Oro, ni Corrupción en Miami. Es un sitio donde se oye hablar en español constantemente, y se siente.
Las estadísticas dicen que viven un millón y pico de cubanos. Pero son muchos más, porque la mayoría, los que puedan, en cuanto puedan, tomarán el pasaporte estadounidense (renunciando a la nacionalidad cubana, porque es obligatorio hacerlo para obtener la otra nacionalidad) porque es lo más práctico, y también por agradecimiento. Pero muchos de los que tienen ese pasaporte siguen siendo cubanos, en alma, idioma, cantos, bailes y otras querencias. Así que hay más, muchos más: desde 1959 muchos vinieron y tuvieron hijos ya norteamericanos, (todo el que nace allí lo es) pero que han mamado de tetas cubanas, música, juegos, nostalgias de Cuba, y "hasta" nostalgias de España.
Ejercen de cubanos, y esto del ejercicio del alma es importante.
Yo me siento orgulloso de ellos y siento que, de lo que ellos quieren a Sabina, también me quieren a mí y yo les correspondo en ese amor. Y los quiero, lo he descubierto ahora, hasta más que a los cubanos que viven en Cuba, porque los de Miami nos quieren libremente y por puro amor, nunca por conveniencia.
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