Apareció el color.
Sigo viajando por mi
jurisdicción y los colores y las luces de la primavera me provocan que detenga
mi coche para anotarlos en la cámara.
Impregnado de verdor, me
convertiría en herbívoro y acompañaría a estas vacas, pero me debo al
Ministerio de Justicia que me paga sueldo y gasolina para ser carnívoro
antropófago, capturar la firma y apercibir a los deudores de la que se viene
encima si no pagan la cantidad total que unos plazos que ya nunca pudieron afrontar. Hombres y mujeres a quienes no sólo despojaré de la casa de sus
ilusiones, sino de todo su futuro en la economía legal, porque a la deuda se le
sumarán los intereses y los gastos de abogados y procuradores, y ni de lejos
bastará con el precio en que el banco se
adjudique en subasta aquel inmueble. Como no existe “la dación en pago”
subsistirá toda la vida de los morosos una deuda impagable, que apresaría al “ejecutado” un gran bocado de su
salario de recuperación, y que realmente será incobrable para el banco, porque de esta manera la persona sólo ya podrá trabajar “en negro”
y con esto perderemos todos: la economía, hacienda, la seguridad social.... y la banca también.
Debería producirse, si no el
perdón, al menos una moratoria, una tregua, un espacio en blanco, de cinco o más
años en el que las personas, después de ser agotado su patrimonio, pudieran
(tuvieran la escasa posibilidad que la economía actual o futura les pueda
permitir) rehacerse para comenzar después a pagar esa deuda que generaron y nadie
les perdona.
Porque a los desvalidos nadie les perdona nada.
Porque a los desvalidos nadie les perdona nada.
Pero sigamos disfrutando con la primavera en la comarca bejarana. El hedonismo evasivo es la única solución práctica que se me ocurre, en este momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario