Es una forma de vivir, de renacer en el tiempo, aunque me hurte existencia presente el mecerme en la melancolía.
Quiero seguir siendo de mi pueblo, que siempre será Cardeñosa; de la Ávila de mis adolescencias y de mis paseos de novio; de la Salamanca de mis estudios, ocios y trabajos, y del nacimiento de mi hija; de la Zamora de su primera niñez a mi cuidado; de la Zaragoza donde estuve sumergido seis meses en aquella fábrica que tanto me enseñó; de las Arenas de San Pedro que me rescataron de la fábrica y me reinsertaron a la placidez, la libertad y el campo, de la Cáceres que me dio un amigo y me volvió a poner de pie en la economía y en la sociedad, tras dos años de paro...
Pero hoy quiero seguir siendo del Barranco de las Cinco Villas, la tierra más bonita para mí, aunque ya tenga mi propia tierra húmeda y fértil en Béjar. Debo mucho a ese lugar, donde hice amigos, donde mi autoestima me dijo que por fin tengo una misión social: explicar, contar y redimir, aunque sólo sea vertiendo el sufrimiento que causó allí la guerra civil. El agradecimiento y la simpatía de todos los viejos con los que hablé, el reconocimiento que tuve y que tengo de mi sabiduría acumulada en aquellos cinco años de campo, sierra y montaña, en los que fotografié sus luces más a ninguna otra cosa o persona: pasan de de diez mil las hermanas de esta fotografía. Quiero como esos propósitos/balances de principios de año, renovar mi amor públicamente.
Quiero seguir siendo
PD.No he sabido donde meter Ayllón en Segovia: mi primer trabajo redentor, mi primer coche y mis primeros viajes y fotografías, también fui de allí.
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