Amo a
Cataluña como español. Tolero y respeto a la otra, pero amo a esa Cataluña que
nos corresponde con su amor: Albéniz, Granados, Vázquez Montalbán, Amadeo
Vives, Pau Gasol (Parece que ya no son tanto y se van haciendo minoritarios).
Entiendo que cuando allí haya más gente que no quiera ser española (muchos odian lo español, yo lo he visto en
directo) que la que desee seguir siéndolo, hay que partir las peras y dejarlos
andar solos. A mí no me valen sacrosantas unidades, ni otras mandangas de la
historia. Aunque aún no lo he practicado, creo en el divorcio. Y apoyo su
decisión si no están a gusto con nosotros, con nuestra opresión. Lo sentiré por
montones de catalanes que se sienten también españoles, -más aún por los que se
sienten más españoles que catalanes, que también hay muchos-, pero tendrán que
aceptar democráticamente que la mayoría decide lo que debe hacerse.
Tengo
entendido que es en Cataluña donde se
han doblado tradicionalmente todas las películas extranjeras al castellano, a
lo mejor no siempre por catalanes; por ejemplo: Constantino Romero, que es
manchego, dobla a Clint Eastwood, y a Dark Bader; las para mí entrañables voces
de Gary Cooper, Marlon Brando, James Stuart, Paul Newman, Jack Lemmon o Walter
Mathau, debían ser catalanas, pero ya se les acabó el trabajo y tampoco nos las
van a quitar.
También
la mayor parte de las editoriales en castellano son catalanas: Planeta, RBA,
Destino, Seix Barral, Ariel, Grijalbo, Bruguera, Salvat, el Círculo de Lectores...
Con la independencia dejarán de tener sentido, pero tampoco importa demasiado:
estamos en el ocaso de la galaxia Gutemberg.
Una
curiosidad poco conocida: el más importante sello discográfico especializado en
la canción española era Belter, radicado en Barcelona, donde creo que vivía y
vive y grababa Manolo Escobar: el hombre más cañí de todas las españas.
Ignoro
por qué, pero Camarón de la Isla murió en Sabadell.
Hay
cosas buenas: supongo cuando estemos separados, los catalanes tratarán más
amablemente a los turistas “españoles”, porque ya habremos dejado de oprimirles y de explotarlos.
Entonces ir a la Segarra será tan cómodo y amable como ir a Portugal.
Pero
esta secesión nos deparará algo mucho más beneficioso para los que como yo
odiamos el fútbol, y todas sus pompas y vanidades: desaparecerán esos Barcelona
Madrid, que monopolizan las cabezas de todos los actuales españoles. Este fin
de semana hay uno de los penúltimos.
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