Sin embargo, recibió el Premio de la Crítica
y el Premio Nacional de Literatura, además de que yo tengo la 24ª edición, de
noviembre de 1991, (la primera había sido en mayo de 1987).
Antonio Muñoz Molina es un gran aficionado a
la música y presume de ello. Actualmente escribe en la revista musical Scherzo, ahí se
ve mensualmente que es un sincero degustador. En el Invierno en Lisboa
narra en segunda persona la vida de un pianista de jazz, pero apenas si aparece
el jazz, mucho menos encontramos tribulaciones pianísticas. Es más bien una
confusa historia negra con trasfondo amoroso como las películas Tener o no
Tener o Casablanca. Aunque aquí los malos no son los nazis, sino unos
traficantes de cuadros. Yo hubiera querido
una historia más clara y más percepciones musicales desde dentro, y estoy
seguro de que Muñoz Molina, de escribirla ahora, nos pondría mucha más música y
mejor servida. La novela es desigual, pero tiene muy buenos momentos de
reencuentro casablanquesco. Dice ella:
-Quien
sabe si ya nos hemos perdido.
Conocía ese gesto de las comisuras de
los labios, esa expresión de serena piedad y renuncia que el tiempo había
depurado en la mirada de Lucrecia. Pero aprendió que ya no era, como en años
atrás, el indicio de un desaliento pasajero, sino un hábito definitivo de su
alma.
(...)
Notaba el encono mutuo de los besos, la
soledad de su deseo, el alivio de la oscuridad. Indagaba en ella la cercanía un
poco hostil del otro cuerpo no queriendo aceptar aún lo que sus manos
percibían, la obstinada quietud, esa cautela retráctil con la que se repudia el
fuego. Seguía oyendo esa voz que le avisaba al oído, volvía a verse parado en
una esquina de la habitación, indiferente espía que observara fumando el ruido
inútil de los cuerpos, el desasosiego de las dos sombras que respiraban como
escarbando la tierra.
Ya he dicho que la novela no me parece
muy buena, pero los reconocimientos que recibió sí: a alguien con el oficio y
la sensibilidad para escribir de esta manera, había que promocionarle para que
se dedicara a tiempo completo a la literatura, y que abandonara como hizo, su
puesto de auxiliar administrativo en el ayuntamiento de Granada. Así que
felicitémonos de aquellos premios, que estuvieron muy bien dados.
P.D. Lisboa tarda algo en aparecer,
con este perfume portugués: Éste es un país muy raro. Aquí las cosas ocurren
de otra manera, como si estuvieran pasando hace años y uno se acordara de
ellas.
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