Hace poco más de un mes, en su pueblo y el mío, Jesús Velayos Mayo e Ismael Sanchidrián Velayos, han publicado un libro sobre las cruces de Cardeñosa. Aún no he leído todos los poemas, pero sí he visto las hermosas fotos de Ismael. Con el acicate de sentirme un poco empequeñecido al no haber hecho aquellas fotos, he repasado las mías para volver a mi tamaño.
Buscando autoestima me he encontrado con esta foto que expresa formas y colores muy esenciales en mi historia. El verde mate encina; mi árbol totémico, mediterráneo, con las casi siempre amargas bellotas, acogedor, fácil de abordar, de calorífica leña. El amarillo agosto subido generalizado, crujiente, asfixiante, lleno de caillos(1) y trufado de saltamontes. El gris granito berrocal que es la piedra de la que ha vivido mi familia, y que siempre me acompaña, también en mi amado Barranco y también aquí en Béjar. Por último, el gris tormenta ojalá lo viera hoy aquí, ¡qué ganas tengo de oler a tierra mojada!
El negro toro es España.
(1)Los caillos son las espigas secas de la hierba común, que se desmenuzan al paso de los mamíferos y se quedan prendidos en su piel o en nuestros ropajes, o calzados. Así se aseguran su reproducción expansiva, abordando como polizones nuestro autobús para que llevemos sus semillas hasta otro sitio.
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