quedaba un poco de luz para enfocar a estas coloridas plantas trepadoras
afortunadamente permanece un pasadizo abierto adonde entramos a hacer alguna panorámica. Tenía algo de miedo de quedar encerrado en la abadía, sobre todo porque teníamos pagada la habitación del hotel, que la aventura me gusta, y contarla más, ya sabéis.
arriba del todo había una ermita artísticamente iluminada. En la mayor parte de los lugares de Francia somos los amos de la noche. No encontramos a nadie en nuestros paseos pero tampoco percibimos sensación de inseguridad, no deben de salir ni los malos.
Os aclararé que soy Juan sin Miedo aparte de Juan el Afortunado, y lo traigo a colación también por la cantidad de paisajes de cuento que visitamos.
Pero el día que me den una lección la aprenderé.
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