Toda la vida se han empleado fuerzas ajenas al ejército de los países; los romanos encomendaron a tribus bárbaras conocidas, la protección de sus fronteras frente a otros bárbaros mas ignotos. No sé cuántos saqueos de Roma se podujeron por estos amigos. El imperio español del siglo XVI reclutaba suizos y alemanes, para sus gloriosos tercios y su inútil intento de contener el protestantismo. Como resultado estas fuerzas, a quienes no pagaron lo acordado, se acercaron a saquear Roma, "El Saco de Roma". El sagrado lugar religioso al que España "defendía".
Es peligroso jugar con armas, y más crear caudillos famosos. Antes de la rebelión de la inteligencia artificial ha habido muchos rebeldes que se revolvieron como el de el pasado fin de semana.
No me molesto en buscar que la natalidad rusa sea, como en el resto de Europa, baja. Es absolutamente intolerable que, por mucha propaganda o desinformación, te devuelvan a tu único hijo en un ataud envuelto en una bandera de una guerra que habías iniciado como un paseo militar. Los militares argentinos precipitaron su caída tras el órdago de la Guerra de las Malvinas.
Mejor caer en la tentación de emplear voluntarios pagados, legionarios, gente criminal y rebotada de la sociedad, que enterrar tiernos jóvenes de reemplazo, o no tan tiernos profesionales aunque hayan escogido la carrera militar.
Las guerras son alimentadas de principio por la propaganda nacionalista. Al comienzo la gente se apunta entusiasta, o sacan falsas imágenes de esos alistamientos: ejércitos expedicionarios de jóvenes deseosos de gloria, que se transformarán en pocos meses en desgraciados embarrados que a quien más temen y respetan es a quienes están luchando frente a ellos.
Y Putin quería frenar a estos rebotados con la temible legión chechena.
Sin embargo, los ucranianos luchan por su país, y Putin debería, como Hitler, por bien de la humanidad, y sobre todo de la humanidad rusa, suicidarse cuanto antes.
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