Vividos 18 años del siglo XXI, la sutileza con los derechos humanos o el control de los poderes públicos parecen restringirse poco más que a la caduca y envejecida Europa: un lugar tan pretenciosamente idílico como los videos de Austria que ponen en los descansos del Concierto de Año Nuevo.
En el otro mundo: joven, viril y crudo, mandan personas como el príncipe Saudí que no anda muy lejos de la descarada eliminación de un periodista opositor. No parece que haya contestación entre sus súbditos (estuve tentado de escribir conciudadanos, pero hubiera errado en el calificativo), a pesar de todo lo que afeamos el crimen por aquí.
Hace poco más de una semana estuve hablando con un cristiano copto natural de Egipto. Le conocí hace un par de años y, como desde entonces hubo alguna masacre hacia su minoría religiosa, le comenté que me acordaba de él cuando los suyos sufrían algún atentado. Me replicó sacando un poco de pecho, que ahora con el nuevo presidente se notaba más seguridad, que había encerrado a un montón de islamistas radicales y que el turismo retornaba a Egipto, que los cruceros volvían a circular repletos de turistas -ahora chinos-, por el Nilo: que había seguridad. Un par de días después se produjo el atentado a un autobús cerca de las pirámides. Mi conocido no me había mentido, el autobús iba repleto de vietnamitas, que para el caso es lo mismo que chinos. Tampoco me mintió en relación con el militar obsesionado por la autoridad, pues no sé si en una operación de castigo el ejército egipcio ha matado a cuarenta o cincuenta yijadistas. Esto es una brutalidad que ya no nos molestamos en criticar ni en los medios europeos, pero no resiste un análisis de legalidad procesal, si ha matado al día siguiente a decenas de islamistas eso significa que han disparado "al bulto" y que muchos o todos ellos serán inocentes, sacrificados brutalmente porque urgía dar una "respuesta" al atentado. Eso es muy peligroso porque la lenta justicia puede generar desasosiego pero la venganza visceral genera venganzas viscerales y muchos adeptos nuevos.
Ahora estoy leyendo Baudolino, de Umberto Eco y que discurre en Constantinopla, la actual Turquía y me doy cuenta que también manda un autoritario testosterónico, lo mismo pasa con el inefable Trump, que estoy seguro de que está deseando aplastar a alguien, pero anteayer tomó posesión un seguidor declarado Jair Bolsonaro que es un especímen de esta variedad que ha decidido que sea el ministerio de agricultura quien se ocupe de la preservación de la amazonia y los santuarios ecológicos para las tribus. Todos estos nuevos dirigentes huelen a pólvora, por si acaso. Supongo que me faltará alguien más, pero no puedo dejar de mencionar al filipino Durandarte que también es otro que arregla las cosas con violencia y sin complejos legalistas.
¿Adónde vas siglo XXI? que se retira la Merkel, la May está muy acosada, y brotan y se consolidan machitos matones como hace un poco menos de100 años salió Mussolini, después llegaron Stalin, Hitler, Tojo.... Esperemos que el virus pase, el antídoto que se me ocurre es que la gente estudie historia, parece mentira, porque de seguir con su virulencia, todos estos encontrarán con quién pegarse, y creo que ya lo dijo Einstein: la siguiente guerra será con palos y piedras.
PD se me olvidaba el machote de Putin que no contento con -presuntamente- mandar ir a envenenar disidentes a Londres, a final de año nos amenazó con sus misiles nucleares presentes y futuros.
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