Acusan
a Franco de ser tan pérfido como para alargar deliberadamente la guerra para
que los republicanos literalmente se desangraran entre sí y encontrarse las
tierras rojas como un solar hastiado de heridos, muertos y disensiones políticas
fratricidas. Así fue, en sus avances por
la geografía se encontraba con "demasiada" población civil que cambió de la noche
el entusiasta puño comunista por la entusiasta palma fascista, y el mono azul, por las mantillas negras y peinetas. Nunca descartemos el arribismo o el temor,
pero tampoco el hastío, que es una actitud que dura más. Así se probó durante
treinta y tantos años, donde pocas convulsiones impidieron el sesteo del viejo del
Pardo y que envejeciera hasta morir.
Personalmente
creo que no pudo ir mucho más rápido siendo prudente en el gasto de sus fuerzas.
España es muy grande y abrupta, y la población republicana del inicio de la
contienda cuadruplicaba o quintuplicaba la población de los territorios
sublevados.
Franco
era un hombre de poco gasto, cauto: un gallego prototípico. Si yo hiciera una
película del oeste adjudicaría el papel de enterrador a un gallego. Este es el
hombre que se esconde en el tiroteo y cuando ha terminado recoge los cadáveres
y hace Caja aunque nunca sabemos si iba
con los buenos o iba con los malos. A Franco le pasó lo mismo al principio de
la guerra. Mola, el director de la conspiración estaba cansado de sus largas y
vacilaciones “con Franquito o sin Franquito salvaremos España”. Dicen que solo se
decidió tras el asesinato de Calvo Sotelo. Además se afeitó el bigote para que
no le reconocieran.
Durante
la guerra, tras el fracaso de la toma de Madrid, jugó al contraataque. Los italianos
le conquistaron Málaga, pero se la “pegaron” en Brihuega y ya nunca más tuvieron
iniciativa. Así el único fracaso del bando nacional no lo tuvo él. Despacito y
al contraataque con cautela para no perder mucho: “jugando al punto”, diríamos
en el mus.
El
mayor y más sorprendente ataque fue el de Cataluña. Quizá Franco había
visto las orejas al lobo después del formidable ataque de la Batalla del Ebro, quizá
estaba preocupado por la inminencia del estallido de la segunda guerra mundial
que hubiera puesto del lado republicano a franceses e ingleses, quizá supiera y
para eso tenía en nómina como espía al mejor escritor catalán de
todos los tiempos Josep Plá, https://elpais.com/ccaa/2014/09/13/catalunya/1410642648_499856.html
que
le habría contado que había armas y municiones retenidas en Francia que aún no
se habían entregado a los republicanos, y que los pillaba “en bragas”. (vaya,
como los incendiarios <<también gallegos, lo siento>> del pasado
fin de semana)
El
caso es que, inopinadamente, en cuanto escampó un largo temporal de lluvias y
sin respetar las fechas navideñas, atacó el día 23 de diciembre de 1938 Cataluña
y antes de un mes había entrado en Barcelona.
***
De
todas maneras, creo que Rajoy es todavía más gallego que Franco con lo que
apuesto a que, por fin no habiéndose declarado la independencia, de este envite
tampoco activa el 155. Por no desgastarse esperará a que la fuga de empresarios
por la derecha y la CUP
por la izquierda, sigan erosionando al govern
catalán, hasta que no le quede tierra bajo los pies.
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