domingo, 17 de noviembre de 2013

REFLEXIONES SOCIOLÓGICO-HISTÓRICAS


Yo nací en el año 1964. En menos de un año tendré medio siglo. Esto de poder empezar a medirme en siglos no sólo me hace viejo, -que procuro, sin éxito, evitarlo-, sino que me hace histórico.
Hace unos días vi por la tele un programa de música de los 80, de cuando yo tenía alrededor de 20 y bailaba aquellos temas, de cuando veía gente con aquellos pelos y aquellas ropas.
Me fijé en varias cosas, en esos momentos algunas mujeres llevaban todavía falda, mientras que el domingo vi en el periódico "El País" una foto de 20 mujeres socialistas, y sólo una llevaba falda. La falda ya es una prenda excepcional.

Cuando yo era niño en mi pueblo casi ninguna mujer llevaba pantalones; las niñas tampoco, es más, existía   la frase “llevar los pantalones” como índice de autoridad en el matrimonio. Ahora es una frase que habrá que explicar a mi hija, como aquello de quedarse en casa para esperar una llamada de teléfono.
Volviendo a las faldas, estoy pensando que las españolas habrán sido de las últimas europeas en empezar a sustituirlas por pantalones, no porque fueran más adelantadas que las griegas o las portuguesas: supongo que fue por la guerra civil.
Prematuramente las milicianas quisieron luchar “en pie de igualdad” aunque fuera de modo propagandista. En el mes de agosto de 1936 hubo al menos tres mujeres jóvenes de Santa Cruz del Valle que suben al frente de guerra que se formó en el puerto de El Pico, para servir como enfermeras o cocineras en el irregular ejército de campesinos que había allí. No hicieron nada más (y no sé por cuantos días). Nadie lo recordaba; lo vi en una declaración escrita después de la guerra para delatarlas. Quizá su subida al puerto sólo fue testimonial, aunque  a causa de ello a algunas las raparon el pelo y tuvieron calabozo, quizá otras, (no lo sé bien) prisión: tengo documentadas en diversas prisiones entre otras la santanderina de El Dueso a varias mujeres de Mombeltrán.
En “los madriles” y en otras grandes ciudades hay constancia fotográfica de milicianas con mono, es decir: “con pantalones” subidas en coche, haciendo la instrucción o en una trinchera disparando. Creo, aunque Miguel Hernández escribiera un poema a una mujer mutilada, “Rosario la dinamitera” que esto fue excepcional; meramente propagandístico.
Pero la propaganda tendría el efecto negativo en la “nueva España” de asociar la comodidad de los pantalones a esas “rojas marimachos” de ahí el retraso de décadas.

El ser histórico que soy recuerda que el año 1975 fue el año internacional de la mujer y se atreve a suponer que desde aquel momento empezaron las mujeres a ponerse desde las ciudades hacia los pueblos, esta prenda tan práctica y abrigada. Así, en la adolescencia, que yo iniciaría en unos pocos años, podría ver las curvas femeninas embutidas en ceñidos pantalones vaqueros que empiezo e evocar de mi adolescencia.
Por aquellos tiempos un amigo mío las decía “para que queréis bragueta, si todavía  tenéis bragas”.
 Y una chica le replicó:

-¿Y tú que sabes, idiota?

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