LA BURBUJA COMERCIAL CHINA (o las bicicletas
no tienen marcha atrás)
Vivo a dos minutos de un bazar chino. Es un
local enorme, céntrico, emplazado en un edificio nuevo, que llevará funcionando
como 6 años. Lo lleva gente joven, (2 ó tres personas -no sé si son las mismas
o han cambiado-) a veces vi a algún niño
haciendo de traductor de sus mayores. Durante estos 6 años cada vez les he
comprado menos; últimamente nada. Son algo más caros y ofrecen igual o menor
calidad que el bazar español “todo a cien” que todavía resiste en Béjar.
Los chinos son muy desconfiados y también
serios, no sé si antipáticos o es el abismo de la impenetrabilidad oriental,
pero como simpáticos no se comportan. Creo que mi “bloqueo comercial” no está
constituido más que en un 10% por xenofobia o nacionalismo. Quizá sea algo más
de porcentaje, pero manifestaré que tampoco abomino de esta idea: es racional
ayudar a los españoles, que además en su tienda venden mayor porcentaje de
productos españoles. No me importa andar ocho minutos más hasta el bazar nacional.
Lo que me ha ido sucediendo es que he ido
comprobando que los productos en el establecimiento español solían ser los
mismos o mejores y además podía cambiarlos, comentar, preguntar. En este
comercio hay más calidez, más luz y lo encuentro todo más proporcionado, mejor
aprovechado; me siento más a gusto.
El
bazar chino ocupa 300 ó 400 metros cuadrados y venden ropa fea, calzado
horrible, herramientas dudosas, DVD porno, mercería, radios y pequeños
electrodomésticos de marcas muy raras, juguetería cutre, pegamentos, menaje,
“chuches” o golosinas infantiles, pilas alcalinas de corta duración, paños de
cocina, carretes de fotos caducados, y larguísimos anaqueles de adornos de gusto muy “chino” que no concibo
quien puede comprar. Eso sí: operan los domingos, (no sé si pagan a hacienda
más por ello) y prolongan su horario hasta las nueve de la noche.
La crisis económica española creo que ya les
está afectando; ahora no abren ininterrumpidamente, -han empezado a cerrar para
irse a comer-, y no creo que sea por falta de ganas de ganar -aunque sea poco-
dinero, supongo que el gasto de luz, a pesar de que lo tienen muy poco
iluminado (los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por
cuévanos, tan hundidos y escuros que era buen sitio para tiendas de
mercaderes, Francisco de Quevedo. El Buscón) no les compensa lo que
vendieran en horario de dos a cuatro y media.
Eso sí, por lo que yo he visto, siguen
acumulando mercadería: una gran furgoneta blanca conducida por ellos mismos,
constantemente descarga cosas que se irán apilando en sus anaqueles. Las
últimas veces que he entrado la impresión es que la tienda está cada vez más
abarrotada: es la burbuja.
No sé si les está pasando que los productos
que compran en los polígonos industriales chinos, que al tener escasa salida sean cada vez más
baratos, y ellos, que los han comprado a mayor precio antes, reinvierten
constantemente, compulsivamente. Como me pasa a mí con los libros a un euro y
con la música de liquidación. (adelanto, y contaré en otro artículo, que he
comprado más de 200 discos de música
clásica porque en estos últimos meses que voy a Salamanca están liquidando las
dos últimas tiendas de discos que quedaban, al final terminaron vendiéndolo al
70%, los discos que costaban 5 euros los he comprado a 1,50)
Habiendo visto yo lo que cuesta en Salamanca
liquidar 20 metros cuadrados de CDs, que no fueron capaces ni a esos precios,
ni después al 80% ya con el establecimiento cerrado.
(Con lo bien que se ordenan y se guardan los
CD) considero imposible en menos de 15 años liquidar todo lo que los chinos han
metido en este local. El plazo se amplia ilimitadamente para los adornos
espantosos que mencioné antes.
EL OCASO
Es muy probable que la redada policial que se
hizo en España hace tres meses, muy mediática, muy malintencionada, en la que
sacaron al chino jefe de los polígonos, al lado de las palabras mafia y
corrupción y de una poderosa imagen: carritos de la compra llenos de
billetes (la contundencia del icono llegó al público más popular; esto lo he
oído yo en conversaciones de autobús: “me conformaba yo sólo con un paquetito
de ese dinero que se llevan los chinos para fuera en los carros del
supermercado”) puede que todo esto haya sido el punto de inflexión definitivo
en la aceleración de la crisis de los bazares.
No creo que estos chinos puedan hacer otra
cosa que comprar y vender. Por lo que tengo columbrado, la crisis de los
restaurantes chinos empezó hace tiempo (en diez años, aunque supongo que
alguien habrá entrado, no he visto a nadie en el restaurante chino de Béjar.
Siempre que he pasado por ese, también grande, local cuando estaba abierta la
puerta, mi curiosa mirada único que ha hallado son mesas y sillas vacías) No sé
como acabarán los chinos, que pagan gruesos alquileres o son propietarios de
enormes locales que compraron muy caros y tendrán que vender a precios
actuales.
Es horrible, y me da pena de esta gente, que
después de atesorar, hundiendo en muchos casos las economías locales y parte de
la nacional, vayan a dejar abandonados miles de adornos, herramientas, ropas,
juguetes inseguros, que nunca debieron ser producidos, transportados,
almacenados. Pobres chinos españoles:
pedaleando más y más fuerte hacia el abismo. Las bicicletas no tienen marcha
atrás.
Me parece lo que has escrito es un comentario súper extremismo, y ademas con su punto de vista unilateral, no sabes como es la vida de ellos, a parte de eso usted es racismo con los chinos. Y de verdad que no hace falta que tú les compadeces a los chinos, ya que no sabes como es su modelo de negocios, LOS CHINOS NO SON TONTOS
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