Sobre Silvio, me parece muy positivo haberle
podido conocer tanto, porque gracias a su generosidad o a su deseo permanente
de seducir o de hacer proselitismo ideológico, se muestra efectivamente en su
blog, y nos hacemos una idea mucho más aproximada de lo que es, (igual que yo
en el mío, la diferencia es que yo necesito mostrarme más personalmente y él
también lo hace en menor medida, porque tiene menos tiempo libre que yo, pero
lo suple mostrándose a través de ese grupo de seguidores que alienta y que yo,
evidentemente, no tengo, -y por mi trayectoria vital tampoco merezco-).
Me da por pensar, por ejemplo, en Chopin, que
uno de los músicos con más sensibilidad lírica, de colorido, de matiz de toda
la historia. Gracias a la lejanía de la
realidad que se tenía en el siglo XIX uno puede guardar la perfumada imagen de
su música unida a la misma proyección de esa imagen. Supongo que existe alguna
correspondencia, alguna biografía escrita por alguien que le conoció, algún
artículo de periódico, que nos pueden ayudar a conocer un poco más al autor de
estudios, preludios, polonesas, valses, scherzos y mazurcas; pero esto es
mínimo comparado con lo que conocemos de los personajes actuales. De Chopin siempre prevalecerá la imagen que queramos
formarnos directamente de su música, unida a los cuadros que ilustran los
discos y las enciclopedias. Si hoy viviera y fuera por ejemplo un altivo
burgués que pasea su Ferrari por la Costa Azul y que evade su dinero en
paraísos fiscales y tuviera el inconfesable defecto de practicar turismo sexual
en el tercer mundo, lo podríamos saber y, desde luego, el perfume de su música
se nos volvería más cacofónico. (Lo que sería una pérdida) Porque un artista
puede tener una obra de alta proyección estética que suscite mucho amor en el
público, mientras tiene vicios inconfesables o sostiene opiniones políticas o
sociales despreciables. (Creo que Caravaggio asesinó a alguien).
Cuando uno se enamora de un artista, o de una
mujer o de un amigo, quiere haber
compartido con él parte de su vida, incluso hace el esfuerzo interno de
falsificar sus recuerdos acomodándolos a los del ídolo, la amada, el amigo. Es
el deseo irracional de confluir. Cuando uno canta un tango, quiere haber sido
maltratado por las mujeres como canta Gardel, aunque no lo haya sido, (y
seguramente Gardel menos aún, -con el inmenso atractivo que poseía sería un
“castigador”-).
Cuando yo seguía a Silvio, quería haber
tenido amores como el de “Imagínate” o “Con diez años de menos” haber ligado
con una mujer de “ella tenía 35 y yo 18 para mi favor”y muchos etcéteras que no
me han sucedido. Gran parte de estas forzadas coincidencias se desploman cuando
se produce el desengaño (parece que yo podría escribir la letra de un tango
sobre esto –me lo apunto-) Y la verdad es que coincido muy poco con esas
experiencias vitales que canta.
Uno piensa en la realidad desnuda de Silvio
Rodríguez: un adolescente en la revolución cubana que canta muy bien y aprende
música con Leo Brouwer, que sigue cultivando por décadas la adolescencia,
mientras se hace mayor triunfa, viaja, es agasajado por poderosos, y otros
artistas, tiene propiedades, hijos, mujeres y nietos, y por fin acaba
manteniendo seguidores de “segunda cita”. Por
cierto, uno de los seguidores más activos cuelga constantemente artículos del
periódico Gara (órgano periodístico de la izquierda abertzale) o
sea, Silvio permite que utilice un 15% de los comentarios de su blog en repicar
esa ideología de la liberación de los pueblos oprimidos. Con lo que, de
residir en España tendríamos a Silvio defendiendo, o justificando, más o menos
emboscadamente, la lucha armada como instrumento para conseguir la
independencia de Euskalherría. La teoría de que en ese lugar existen dos
violencias enfrentadas, etc.
De cualquier modo, su flauta de Hamelín sigue
siendo un instrumento perfecto para engatusar a muchos adolescentes con
querencias estéticas o políticas de izquierdas o simplemente alejados de la
mayoritaria industria de la cultura de masas para jóvenes.
Pero uno aunque siempre lo supo, descubrió
que Sivio es un tozudo creyente en la revolución cubana, de la que no le apeará
ni la razón, ni la mayoría de la gente: traza su final de mártir y sugiere que
le cortarán “el badajo” (lo cual no deja de ser un tamaño pretencioso). Muchos
de los sentimientos con los que nos automanipulamos para confluir con el ídolo,
con el cantor, son instrumentos de
propaganda de la revolución cubana que se nos cuelan entreverados, como el
tocino está en el chorizo, en sus canciones.
La realidad de la revolución cubana es la de
un país de Centroamérica que siempre estuvo económicamente mejor que Nicaragua,
Costa Rica, El Salvador, Panamá, Honduras, Guatemala, Jamaica, y que ahora está
igual o peor que la mayoría de ellos. El hecho diferencial es la revolución de
los barbudos.
La única experiencia militar de Silvio, que
nos habla tanto de fusiles y de balas que chocan en un campo de guerra, fue
como animador de una pequeña guerra imperialista que se dio en Angola y
Namibia, en la que un país tan pobre como Cuba hace de peón o de alfil de la
guerra fría, cosa que nunca hicieron los países de centroamérica.
Pero el “minuto de oro” de Cuba en la
historia universal sucedió cuando a comienzo de los años 60 Fidel Castro quiso
instalar misiles nucleares rusos para destruir Estados Unidos con la ventaja de
que por la cercanía no podrían ser neutralizados por los norteamericanos. Fue
un envite al que Kennedy respondió con un órdago, que los rusos afortunadamente
no quisieron, y se la tuvieron que envainar. Hubiera sido la tercera guerra
mundial, con lo que la cuarta, según Einstein, sería con palos y piedras.
El resto de la historia de la revolución
cubana son subsidios de los países comunistas hasta los años 90, zafras
heroicas, alivios permanentes de población disidente que emigra, por razones políticas, pero fundamentalmente
económicas, convirtiéndose en los balseros tan desesperados como los que cruzan
el estrecho de Gibraltar o el Río Grande o otros estrechos entre la miseria y
la prosperidad que hay en el mundo.
Hoy Cuba recibe subsidios de Venezuela y
remesas de los “gusanos” que unido al turismo, -mucho de él sexual-, hacen que
se mantenga con represión y con muchos recortes, el régimen castrista. Y ahí
sigue Silvio con su fe, apuntalando el régimen.
(y todo esto lo he escrito porque lo pienso,
y además, porque quería copiar un poco a Onetti)
Desde
muchos años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a
los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir; a
cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa
o actúe repitiendo pensamientos aprendidos, o heredados. Un hombre con fe es
más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia,
al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés
la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón. Y la fe puede ser puesta
y atizada en lo más desdeñable y subjetivo. En la turnante mujer amada, en un
perro, en un equipo de fútbol, en un
número de ruleta, en la vocación de toda una vida.
(...) para concluir, un hombre contaminado
por cualquier fe llega velozmente a confundirla consigo mismo; entonces es la
vanidad la que ataca y se defiende. Con la ayuda de Dios, es mejor no encontrarlos en el camino; con la
ayuda propia, es mejor cambiar de vereda.
Juan Carlos Onetti. Dejemos hablar al viento
(1979)
Magnifico artículo. Yo también visito SC, lejos de babosear como la mayoría de los participantes expreso mis opiniones con respeto y sinceridad, Silvio me publica algunas opiniones, otras las censura. Hoy tuvo a bien censurarme una respuesta al personaje que usted menciona en este artículo, su corresponsal en Euskalherría.
ResponderEliminarUn saludo
MGM
Gracias, Grillo. Recientemente he descubierto tu blog "la G de Grillo" y me estoy poniendo al día. Te envié un comentario que no he vito publicado; mira a ver si cayó en el spam. Supongo que SC también te habrá censurado algún comentario sobre la fecha 26 de julio, en la que Raúl Castro se ufana de que "los cubanos" han resistido 50 años al imperio. Supongo que tiene más mérito, pues se refiere a "su grupo" de cubanos, que, además, no dejan opinar a todos los demás.
ResponderEliminarni opinar, ni participar
Eliminar