Hermosa postal de Covadonga con unas nubes encrespadas prometiendo la lluvia que darían al día siguiente. Pero esto fue el año pasado. Este año un autobús de los que trepan a estas alturas por una estrecha carretera sobre la que a veces parece que vuelan, dio unas cuantas vueltas de campana de la que salieron unos cuantos heridos. Uno pensaba entonces que los conductores conocían su oficio y sabían manejar los riesgos, lo cual era cierto y la confianza de conocer que hacen ese trayecto varias veces al día hace que uno se lo tome como si fuera una atracción controlada.
Parece que no tanto, y la siguiente vez que alguien montare tendrá una inquietud diferente a la que nosotros sentimos.
Gente haciendo cola, esperando autobuses que periódicamente pasan. Iban todos llenos, otra pequeña emoción es calcular si llegarás a tener plaza en el próximo o deberás esperar al siguiente, un día soleado de primavera como el que gozamos.
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