jueves, 28 de septiembre de 2023

Está prohibido hacer fotos en la T4 del aeropuerto de Madrid

 Pero eso es tanto como poner puertas al campo teniendo todos los que pasan por allí un teléfono con cámara y siendo el aeropuerto el lugar donde mucha gente vemos irse lejos y por bastante tiempo a las personas más queridas. 

Mi pequeña familia tuvo, (por imperativos mecánicos del coche: el embrague, que se quemaba)  que montar en un tren para Madrid y en otro, el último que salía para el aeropuerto sobre las 11, para pasar gran parte de la noche en estas instalaciones.
Compartimos noche con muchos otros viajeros, que esperaban tumbados en el suelo. Aprecié mucha limpieza en el lugar, a pesar de la presión humana que soporta. También trabamos conversación con una empleada y, como después sucediera un altercado, nos contó que en la parte libre del aeropuerto viven alrededor de 200 sin techo propio, que el aeropuerto es como una calle y que al haber cerrado centros asistenciales para personas con problemas mentales, muchos terminaban aquí, donde hay esta elegante cubierta y unos servicios donde las tres veces que entré había gente aseándose todo el cuerpo.
Son mundos que uno desconoce. También supimos que hay gente en África, (son los que tienen más dinero que los que lo hacen en pateras), que pagan un billete de 1.800 euros ( el billete a Londres de mi hija costó poco más de 100) y los llevan a la terminal de extranjeros, donde, como a los que cierran en los centros de acogida para inmigrantes en Melilla o Canarias, terminan soltando y confundiéndose con la multitud de emigrantes ilegales que se establecen en Europa.
Nada se puede cortar de golpe. Es necesario que haya un control en todas partes, un filtro humano/inhumano, que haga que las llegadas sean asumibles por los países receptores. Si un día se quedara abierta la puerta de Europa se metería media África aquí. Aunque necesitamos mano de obra ya que no fuimos capaces de hacer hijos suficientes para que les fuera necesario aceptar los duros trabajos y horarios que requiere nuestra comodidad.
Pasé una mala noche con casi 59 años, viendo como algunos se divierten con la aventura: observé excursiones de chicos jóvenes en esa actitud que yo también hubiera tenido a su edad y otras personas que quizá venían a tomar algo porque estaba abierto y había gente, mientras un grupo más opaco utilizan este lugar pasajero como permanente esperando no se sabe qué o a quién.


No hay comentarios:

Publicar un comentario