Hubo un tiempo en el que amé sobre todas las cosas a Raymond Chandler: era una pose, no me reconozco en ello, pero le soy fiel. Yo soy muy fiel a mi pasado, o quiero creerme eso ahora. Voté al PSOE abundantemente y ahora abomino de los que mandan, pero no consiento que se metan con Rubalcaba o con Felipe González, (o lo consiento, pero en mi interior siento que traiciono mi esencia).
En aquellos tiempos me aficioné repentinamente al baloncesto y a las frases irónicas de los detectives, a esa pose de aristocráticos perdedores; estuvo bien para el final de la adolescencia. Aunque quizá no estuvo tan bien, perdí mucho tiempo para hacer mejores cosas, seguramente solo por "empatizar" con una pequeña tribu de amigos que tuve en Ávila. Pero es mi historia, y como la historia de España uno puede elegir conocerla o desconocerla, amarla u odiarla, pero es un error falsificarla o negarla.
Ayer encontré por un euro un libro lujoso de colección con cuatro novelas, una de las cuales no me sonaba: La Hermanita y me dije "¡venga!" pero sí que la tengo: lo que sucede es que en la traducción se llama La Hermana Pequeña. Tengo todas.
Junté todos los libros de Chandler y ahí también estaba El largo adiós de Bruguera, mi libro favorito durante algún año de mi vida, a pesar de que en él escribí esto:
tampoco me reconozco en esta letra de adolescente, o es que me reconozco demasiado.Una de las novelas que contiene el volumen es EL Largo Adiós, y la traducción es distinta, así que he comenzado la lectura postergando todos los demás libros abiertos que tengo. Es una sensación rara, sigue sin ser una buena traducción pero quiero rememorar buscar aquel muchacho bisoño que se creía que ya sabía escribir y que todo lo que leía era oro, sobre todo si tenía frases aguerridas y una estética de hombre duro y solitario. (Por cierto, ahora pienso que la mejor película de "genero negro" es en color y la filmó un polaco Polanski, titulo "Chinatwon", aunque esto lo dice el posadolescente categórico, con poco criterio, que a veces aflora en mí).
No me estoy creyendo al personaje, ni a Filip Marlowe tampoco, pero tengo fe en que la novela me llevará a unos momentos en los que estuve más vivo que ahora. ¡A ver qué tal me sale!
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