Cayó en mis manos por un euro hace poco más de una semana. Hacía también pocos días que vi un documental sobre Hichcook que siempre renueva mi fe en que es de los más grandes si no el mayor. También recordaréis el reciente gran placer de mi lectura de la Jungla de Asfalto.
En estos tiempos empiezo a revivir con verdadera delectación el pasado. No me hacen gracia los políticos de ahora, las músicas de ahora, los tatuajes de ahora, los chistes de ahora, las mujeres de ahora... ¿Dónde están Gary Grant, Alfredo Landa, Steve Mcqueen, Angie Dickinson, Marylin Monroe...? mi tiempo de enamorarme ya pasó, reconozco que soy sectario de lo que viví porque hay mucha gente buena por ahí apareciendo, pero, lo siento, es casi imposible que me satisfagan tanto como los de mi época. Es una opción de estética muy común entre los viejos.
Estoy enfrascado en la lectura de este libro reconstruyendo la atmósfera que aún flota de la película que vi solo una vez y muy tarde, por obligación cinematográfica. Leí en su día también, pero antes de ver la película, Frenesí de Artur Le Bern, y por eso aguanté esa violentísima pelicula, (otra obra maestra). Escribo aguanté porque el terror me pone malo, compadezco tanto en las historias, que la música que preludia esas escenas ¡¡¡no te metas ahí!!!!! me aterra y me tengo que salir. Mi mujer me ha dicho que otra llamada Buried Enterrado de Rodrigo Cortés: "esa tú no la aguantas", así que ni la he intentado.
Solo he visto una vez Psicosis y me sentí muy bien, puede que la soportara porque ya la había visto troceada, citada por otras obras, parodiada, chillada... y así pude terminarla sin huir.
Volviendo a este libro, es sencillo leer cuando tienes el esquema mental del lugar y los personajes: no te pierdes nunca y consigues un ritmo vivo, cómodo, a la vez que las palabras escogidas te suenan bien. Mientras lees puedes decirte "qué bien adornado y descrito está todo: yo no lo hubiera escrito mejor". Me pasa lo mismo cuando, después de volver de un viaje, leo sobre el lugar donde estuve: casi siempre es una experiencia reconfortante. Así lo está siendo este libro, betseler de estación de tren, que en otros tiempos hubiera rechazado. Mi edición es de 1961, de Plaza y Janés, muy bien traducida por Carlos Paytuvi; he buscado este nombre por internet y parece un especialista en obras de misterio y terror.
PD no me importa nada que Norman Bates sea en el libro un gordito con gafas, yo le veo como Antony Perkins. Voy a seguir disfrutando, creo que puedo leérmela en un día.
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Lo conseguí. Lo bueno de ser maduro y desmemoriado es que, a pesar de estar, como dije ayer, introducido en el blanco y negro de los personajes y en determinadas imágenes poderosísimas, no me acordaba de, exactamente, como acaba la película, y la leí con el ansia del suspendido por el suspense. Me da la impresión de que puede que cambie alguna cosa; ahora querría ver la película otra vez.
El genial detalle de la mosca no es de Hickoock. Es, exactamente, como acaba el libro.
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