Yo no celebro mi cumpleaños. A cambio el fin de año, con ayuda de los medios de comunicación, hacía un repaso y un balance; era como una fiesta de la reflexión y también me metía en el año que iba a cumplir, empezaría/empiezo a decirme que tengo 58, aunque casi faltan nueve meses. Era una manera de celebrar comunitariamente y ordenar los acontecimientos.
Al hacerme viejo todo se gasta, especialmente las ilusiones, las del mundo también; el caudal de lo vivido hace que todo se relativice, se licue, se evapore, pierda su importancia. Este año no vi ningún programa resumen de nada, quizá en algún telediario hayan puesto una secuencia de los muertos famosos que hubo este año, pero echo de menos lo de otros años, quizá no lo he buscado. Hace mucho tiempo que dejé de ver Informe Semanal, que era un programa importante y ahora no lo es, también había resúmenes en la parte abierta de Canal +; tengo grabados en video, incluso tengo en mi colección videos-resumen que compré baratos.
Pero en una catástrofe todo es desorden, los tornados, las inundaciones, los volcanes, las guerras, y la pandemia, que también lo confunde todo, lo descomunitariza. Tanto miedo a la "transmisión comunitaria" hemos perdido la comunidad de casi todo: las fiestas, los entierros, la vuelta ciclista, las ferias, las procesiones, los velatorios, las bodas... Mira que yo soy muy poco aficionado a todo eso. Vengo de un mundo de pueblo, recuerdo cuando en el mío alguien se compraba un coche nuevo, los vecinos lo admiraban, se montaban en él, el dueño les daba una vuelta, incluso los vecinos de otros barrios hacían por pasar para ver el coche nuevo de...
El bicho nos ha dejado solos con nuestra fealdad, con un espejo que solo nos hace viejos y nos muestra tristes, y a medida que permanece y rebrota, nos roba la esperanza. Todo se va perdiendo, nada va a merecer la pena, ¿Dónde encontraremos la vieja, (quizá falsa, en cualquier caso hoy idealizada por mí) alegría comunitaria?
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