domingo, 7 de junio de 2020

Política, religión o tribu.

Reivindico al ser humano que piensa por sí mismo, sin mirar de reojo dónde está su trinchera, los suyos, su tribu, su credo, también reivindico al que no le importa coincidir en las razones con el enemigo. Reivindico la libertad contra los suyos y no a favor de los nuestros.
Hace muchos años (como diez) era yo novato en el blog, me encontré con que en el blog de mi mayor ídolo, Silvio Rodríguez, se vilipendiaba a Mario Vargas Llosa: un tío definitivamente encorbatado, con guardaespaldas, a veces antipático, a veces pesado, orgulloso desertor del rojerío y de la revolución, un dandy, amigo de la Tatcher, invitado a la boda de la hija de Aznar, pero también "La guerra del fin del Mundo" "La fiesta del Chivo" "Los Papeles de don Rigoberto"... un escritor soberbio, igual de soberbio que el otro: aunque yo había elegido siempre a García Márquez, como a Silvio Rodríguez frente a Pablo Milanés.
Dio la casualidad entonces de que acababa de leer "La tía Julia y el escribidor" y me convenció, como convencen muchos libros que se leen a fondo, con los que el alma hace simpatía.

Y me lancé como un caballero andante en el blog de Silvio a defenderle. Mi argumento era ¿Será posible que entre tanta gente como comenta, seguidores y admiradores de Silvio todos, no haya una sola persona que reconozca que Mario Vargas es un grandísimo escritor y que merecía el premio Nobel tanto como el campeón de la izquierda García Márquez, a quien acababa de empatar el partido?
Pues no; yo era de la gusanera. Solo un "gusano" podía defender el valor de un gran escritor, universal. Pues si soy "gusano" por esa causa, lo soy ya para siempre y a mucha honra.

Abjuré del mesías, me salí de la tribu, dejé de ser de izquierdas. También coincidía que estaba entonces trabajando en un sitio conflictivo donde llegué a saber que pensiones de integración, esas que el estado social y democrático de derecho entrega a los pobres, se gastaban en cocaina y en irse de putas. Los pobres no siempre eran los buenos: eso va casi contra el evangelio. Uno se entera de muchas vidas fregadas y se le caen los palos del sombrajo, se pregunta si eso es justo, si un sistema no falla a veces, y hay que ser muy cuidadoso con el dinero que se regala, sobre todo si es de todos y se hace por una buena causa. Las buenas causas no siempre tienen buenas consecuencias.

Pero voy a volver al razonamiento. Uno debe razonar, siempre mirar a la realidad, considerar todo lo considerable y tomar una postura independientemente de si "decepciona" a alguien o violenta al rebaño.
Los hombres, cuanto más adolescentes somos más gregarios, a uno le encanta coincidir con los suyos, con los colegas. Yo siempre he sido incapaz de ver deporte por la tele sin tomar partido, si no, de verdad, no tiene gracia.
En estos momentos aún sufrimos en España la mayor restricción de libertades desde la Guerra Civil y hay gente partidaria de más o de menos, los de más restricción son de izquierdas y los de menos son de derechas. ¿Pero acaso no puede haber gente de derechas más temerosa y que pida que haya menos libertad y más control, o gente de izquierdas que considera que esto es inaguantable y dañino y  pida que ya deberíamos haber abierto hace un mes?

No niego que sea pensamiento el que busca razones para apuntalar las decisiones de su tribu, pero pensar en libertad siempre es salirse fuera del rebaño.

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