Ayer vi en la tele la película Recuerdos (Stardust Memories) de Woody Allen. Es de 1980, cuando el autor, después de haber triunfado por primera vez en los oscar, tiene la libertad de mirarse como nunca al ombligo y reflexionar sobre la vida de un director de comedia exitoso y acosado por las mujeres y algún hombre; porque lo consideran genial, mientras él, a pesar de su éxito, sigue haciéndose las preguntas fundamentales de la vida.
Woody Allen en mis tiempos jóvenes era idolatrado por las mujeres, porque era un "antigalán alfa", un hombre dotado de fina sensibilidad hacia lo femenino, y toda la inteligencia que proporciona el humor. Entonces él se reía sutilmente del género humano y de todas las tribulaciones, sobre todo de las sexuales. En su obra anticipa con humor, aparte de muchas otras cosas, todo lo que le va a pasar seriamente años después.
Resulta increíble, pero ha pasado; la mitad de las mujeres cultas, esas o las hijas de las que antes lo idolatraban, ahora le odian. En los años veinte del siglo XXI es el símbolo del machismo, un depredador sexual. No existe ninguna sentencia en su contra; si hay alguna será a su favor. Sin embargo ese movimiento savonarólico que dice a todas yo sí te creo, lo crucifca hasta el punto de que no ha podido estrenar su última película, ni publicar su último libro. Los temores de las empresas a los boicots están detrás de esta censura.
Volviendo a ver la película ese movimiento de hoy resulta increíble; más ridículo, cuando uno comprueba que ya él mismo había hecho comedia de todo esto hace treinta años. Solo la incultura y la desmemoria pueden llevar a cerrar y a hacer cerrar los ojos y los oídos a una parte de la humanidad gobernada por un tenebroso sindicato de histéricas puritanas.
Esto ha pasado en la historia, a Miguel Ángel le taparon las vergüenzas de la Capilla Sixtina. Aunque lo puedo entender, en el contexto de la Contrarreforma, Siglo XVI, y al fin y al cabo era un lugar religioso central. Pero al dulce Mendelsson, uno de los grandes genios de la música, judío alemán y rico, que revitalizó a Juan Sebastián Bach, los hitlerianos, grandes amantes de la música decidieron prohibir a este músico por ser judío, claro que los alemanes tienen de sobra a Schubert, Beethoven, Brahms, Mozart, Schuman, Haendel, y Bach, aparte de Wagner que era el favorito de aquella caterva. Pero la humanidad no puede prescindir del genial Mendelsson (y de su hermana, que con la mujer de Schumann, son dos genios femeninos, -aunque menores, comparados con todos los que he citado, de la música clásica-).
Quizá algún día me crucifiquen por haber escrito estas cosas, pero creo que no, de la contrarreforma se salió, del nazismo se salió y de estas consignas castradoras se saldrá.
Recientemente estuve en Oporto, acompañado de mi mujer e hija, que forma parte muy activa de los movimientos feministas salmantinos: una de sus palabras favoritas es patriarcado, con esto lo digo casi todo.
En un momento dado, en un aparte con mi mujer, como yo y como nuestra hija, maravillados por la hermosura de la ciudad, sus edificios, sus puentes, y a lo mejor harto del soniquete del patriarcado, le dije:
Sí, pero todo lo que ves, desde la grandes moles graníticas, hasta el último cable que da servicio de luz o de internet a esta ciudad, pasando por todas las losas, alcantarillas, aceros u hormigones de los puentes. Todo, todo, lo han hecho y colocado hombres, masculinos, machistas, patriarcas, y lo siguen haciendo, puede que ahora haya alguna arquitecta, o ingeniera pero ninguna ha movido una piedra, remachado un hierro, o dado una paletada de cemento. Todavía en 2019, no he visto a ninguna hacer esto en las ciudades que hemos visitado. Es más, en Oporto hubo una avería de agua en una calle principal, y allí todos los que abrieron la calle, cambiaron los tubos y la volvieron a cerrar, eran hombres masculinos.
Esto que tantos venimos a admirar es fruto del sufrimiento, llámalo frío o calor, siempre sudor: los golpes, heridas, muertes, fracasos, también guerras, pero también reconstrucciones; es masculino, de este género "opresor" al que pertenezco y vosotras no.
A mi hija no me atrevo a decirle estas cosas.
Uno no se había dado cuenta hasta ahora de que sí: nosotros los hombres hicimos las guerras, en las que aprovechamos para violar a las mujeres e hijas de los vencidos, y sin necesidad de guerras, las maltratamos y explotamos en el hogar, pero también somos autores de todo lo magnífico que nos hace viajar y disfrutar.
Supongo que alguna mujer feminista caerá si no ha caído ya en la cuenta, que todo el turismo cultural, (el de naturaleza es otra cosa, afortunadamente no tiene sexo todavía,) es un puro narcisismo patriarcal. Venimos a admirar lo que han hecho los hombres.
Espero que no se den cuenta y prohiban el turismo.
Parece una bobada. Lo es. No creo que ninguna se atreva ni a postularlo. Sería la risión.
Pero recordando la película de Woody Allen, que ahora no puede verse por ninguna feminista empoderada, uno piensa que, dentro del totalitarismo, todo es posible. Los alemanes de 1933 creyeron que podían prescindir de la música de Mendelsson y la prohibieron. No sé si tendreís tiempo pero a mí me encantan los preludios y fugas que este músico judío, que fue prohibido en una época, escribió a la manera del otro grandísimo protestante alemán. Juan Sebastián Bach.
https://www.youtube.com/watch?v=fW2NC_hkrMk
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