Las armas automáticas no pueden estar a disposición de la gente. En las antípodas de España, el dulce país de Nueva Zelanda hoy ha sufrido un tiroteo en varias mezquitas que lleva 49 muertos. Nadie podría hacer eso con un cuchillo, con una ballesta, o con una escopeta de cartuchos.
Puede que no podamos erradicar el odio al diferente pero como mundo no podemos facilitarles a los odiadores las masacres. En otros continentes hay gente que tiene miedo y compra armas de fuego para defenderse; es otro concepto diferente del de mi vieja Europa donde confiamos a la policía el monopolio de las balas. Nos va mejor, no se si se enteran los demás países.
Ahora entra mi vena egoísta, no sé si lo siento más por la pobre gente masacrada o herida o tengo más miedo a las represalias, -que las habrá- en cualquier otra parte del mundo.
A nadie de mi familia le pueden matar en una Mezquita, (solo hemos entrado en la mezquita de Córdoba, que no se usa como tal) pero somos tan humanos y tan carentes de resistencia a las balas como los muertos musulmanes de hoy.
Lo ideal sería que todos tuviéramos una buena educación y que no hubiera tan malas cabezas como la de esos asesinos, hoy neozelandeses, ayer o mañana de cualquier otra parte del mundo.
Pero el mundo global no debe permitir que las máquinas de matar caigan en las peores manos.
Ya sé: soy un machacón, pero es que me sigue doliendo.
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