No quiero desahogar en nuestro blog todas las críticas políticas que se me ocurren. Tampoco me parece justo machacar estos temas tan locales, porque aún conservamos bastante audiencia internacional.
Creo que todos coincidimos en que España necesitaba un revulsivo. La gente no podía resignarse más años a la destrucción de empleo y de expectativas de futuro. El único cambio posible era Rajoy. Pero este hombre es decepcionante, demuestra sólo sabe jugar a no perder y eso puede ser una catástrofe. De momento, está despilfarrando el rédito de la ilusión que pudo producir el capital de su mayoría absoluta.
Lo más urgente, no cabe duda, es revolver el problema del paro. No es una errata; no creo que se pueda “resolver” en décadas. Pero hay que hacer algo, urgente, valiente y sustancial, aunque empeore las condiciones de trabajo de algunos o de todos, porque las peores condiciones de un trabajo siempre serán mejores que las del trabajo que no existe. Pero hace falta mucho valor para arrostrar las consecuencias y este hombre está demostrando que no lo tiene.
Las elecciones se celebraron el 20 de noviembre. Ese mismo día, los medios de derechas comparaban la situación española con la británica, diciendo que en Gran Bretaña el primer ministro toma el poder el día siguiente y aquí había que esperar casi un mes hasta tomar las riendas. Rajoy, desde el día después, hizo como que trabajaba, se reunió con mucha gente ¿comenzó a liderar? y se organizaron con celeridad las reuniones del traspaso de poderes entre el gobierno socialista y la actual vicepresidenta, y parece que todo salió a satisfacción.
Tomado el poder, Rajoy apremió a sindicatos y organizaciones empresariales para que le presentaran un acuerdo antes del día de reyes, (viernes 6 de enero) porque si no legislaría él. No hubo acuerdo, el miércoles 5, las partes se levantaron de la mesa. Entonces la vicepresidenta se descolgó diciendo que “todavía tenían hasta el lunes (11)”. Después el tema va entre aplazamientos y olvidos, y hace una semana el presidente cometió un “desliz” en una cumbre europea en conversación informal con su colega finlandés, dijo algo así como “que la reforma laboral le costaría una huelga general”. Evidentemente no fue un desliz involuntario; tiene tanto miedo que trata de preparar al personal para lo que no tiene más remedio que hacer. Ahora parece que será el próximo viernes 10 de febrero.
Parece que la situación no fuera tan apremiante. Pero, ya se irá viendo: seguro que este hombre espera a que le venga alguna orden de Europa o haya una catástrofe propia o ajena con la que acompañarlo.
Mientras tanto, el caballo desbocado del paro sigue descabalgando españoles de sus trabajos, de sus negocios, de su futuro.
Este es un tiempo de valientes, de emprendedores, y de líderes que motiven a la gente. Pero pocos van a animarse a jugársela por sacar las castañas del fuego a un tipo cauto, indeciso, calculador, que ya demostró hace 30 años toda su capacidad, al aprobar sus oposiciones a Registrador de la Propiedad.
Temo que Rajoy no puede llegar más alto que cuidar que las propiedades sigan en su sitio. Quizá eso sea muy complicado y no cabe duda de debió que estudiar mucho para conseguirlo. Pero al frente de España necesitamos a un valiente y yo creo que nos ha tocado un cobarde.
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