Casi siempre son los hombres los que avergüenzan al género humano. Hoy lo escribo por lo del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan; por eso que pensamos que ha hecho, que podría, (la gente de pueblo no sabemos los manejos que pueden flotar en torno a los personajes de la altísima política) pero no tiene el aspecto de ser un montaje, como lo que -pienso yo- tienen enredado a Julian Assange -el de Wikiliks-.
Me da vergüenza como hombre que haya hombres así, que usen la violencia para rapiñar relaciones sexuales. Me da mucha vergüenza y además me baja mi libido legítima; estropea las fantasías.
Imagino un acoso con la convicción de que al final la empleada del hotel cedería a sus encantos, o a su poder de gran potentado, un cargo fálico (jode a mucha gente) y luego, ante el rechazo explicito, la ofuscación de intentar consumarlo por la violencia.
Mi alegría de que la empleada del hotel no haya cedido, ni ,sobre todo, que se haya arredrado a la hora de denunciar. Es justo que el hombre brutal reciba la humillación universal por su agresión. Quizá se producirá una especie de escarmiento universal. No sabremos, pero seguro que unas cuantas mujeres se han salvado de ser violadas estos dos días que viene durando la herida de la noticia.
Pero me preocupa la "cifra negra", la cantidad de camareras de habitación que puede haber atrapado entre sus garras, (no creo que estas cosas se empiecen a hacer a los sesenta años) y se habrán conformado, por vergüenza, o porque no se puede hacer nada contra los poderosos, o porque al final les dejara en la mesilla 1.000 € para taparles la boca. (La habitación costaba más de 3.000€ la noche)
Cuando yo estudiaba derecho penal nos hablaban de la elevada "cifra negra" de los delitos. El ejemplo son las violaciones que no se denuncian, muchas en el ámbito familiar.
Yo conozco un caso de la "cifra negra" española, una violación que evité, y no se llegó a denunciar. Horas más tarde me encaré con el delincuente, le dije que estaba enfermo, que las cosas no se hacen así, que fuera a algún médico para que se lo solucionara. También le amenacé que si algún día pasaba algo en aquel barrio, iría a la policía a informarles de un sospechoso.
Pero no se le denunció y aquel energúmeno no se llevó el escarmiento que va a tener para toda su vida este poderoso señor de los dineros. Espero que ninguna mujer haya pagado nuestra inacción hacia aquel violador de barrio.
Lo cierto es que no sabemos si lo habrá intentado de nuevo. Si lo intentó o lo consumó, será una de tantas violaciones no denunciadas; las de la cifra negra.
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