¿Qué era para mi Cahors antes de octubre del 24?
Nada, un nombre bonito, quizá me sonara; pero a eso: a bonito, quizá a queso, en Francia hay muchos quesos, por decir algo. No tenía imágenes de ella, aunque hubiera visto la magnificencia del Pont de Valentre, que es, seguro, uno de los cincuenta monumentos más famosos de Francia. Pero yo no lo asociaba. Ni lo había visto conscientemente.
Conozco Cahors de mañana, una mañana que despertamos en Rocamadour y anduvimos en coche al menos una hora sepultados en la niebla, y vacilamos, tuvimos que regresar porque nos desviábamos. Por el camino en un bar de un pueblo nos cobraron unos carísimos cafés con leche. Pero lo olvidamos cuando salimos de la niebla, y todavía nos preguntábamos si Cahors valdría la pena, si tanto cartel en la carretera en esa dirección no sería una capital más, y llegamos a su rotonda. En un momento entramos, entramos y entramos, (mi mujer no me deja aparcar cuando yo entiendo que todavía hay sitio) y cuando ya es imposible aparcar salimos hacia cualquier lado hasta entrar a una plaza exterior que es un gran aparcamiento. Repleto. Iba a intentar meter el coche en un dudoso hueco cuando un hombre me hizo una seña y me enseñó la llave de su coche. Se iba a ir y se metió en su coche y lo sacó, (además lo tenía en batería que es lo más fácil para un torpón como yo).
Salimos a la ciudad y vimos un cine de modernísima factura, (mañana os lo enseño) y luego empezamos a saltar monumentos. Entonces desconocíamos que Cahors es un meandro del río Lot que lo convierte en una península. Poco a poco se fue desplegando y esa mañana y ahora mismo podría hacer un mapa de cómo es la parte histórica por donde fuimos y volvimos para repasar, que fue cuando mi mujer entró en la oficina de turismo donde la indicaron en dónde estaba la puerta abierta de la catedral, y después fuimos hacia el esbeltísimo puente de Valentre que cruzamos y fotografiamos con avaricia y con el sentimiento agradecido de que hicieran aquello tan hermosamente para que ahora lo veamos. Hoy Cahors es uno de los sitios donde me gustaría vivir o haber vivido o mostrar: les deseo todo lo mejor, porque tienen una ciudad preciosa, y un río, qué río el Lot, que fue su muralla en tiempos en que pusieron otra en el istmo de la península, como en Cádiz la Puerta de Tierra.
Cahors donde nació León Gambetta, el presidente que tiene calles principales en todas las ciudades de Francia que recuerdo, aunque no recuerde la que tenga en París; aunque seguro que la tendrá: París tiene tantas calles principales...
Viajar es como una enfermedad, llena de contenido las palabras. Nunca olvidaré lo que es una infección de orina, de la que antes de padecerla hace 5 años había oído hablar, tampoco olvidaré Cahors y su catedral y su reloj de bolas y sus puentes aunque nos quedó uno sin ver, sus calles y palacetes, su hospital, su resto romano y las decenas de edificios medievales y el río Lot, como la mujer que se dio la vuelta para mirar Sodoma y Gomorra.
¡Qué bestia el Dios del antiguo testamento! convertir en estatua de sal a una mujer solo por darse una vuelta para ver lo que fue su ciudad. Como hombre curioso, como turista, no le perdono ese misógino castigo a la persona que no se pudo aguantar de mirar. Yo soy un mirón, bien lo sabéis. Y remirón también.
Pero hoy no pongo ninguna imagen para que mañana tengáis ganas de verlo.