Un par de cronopios motorizados como el que suscribe toman un mapa y deciden que, como aún no han visitado Murcia, por allí irá su viaje, y que además podrán conocer la histórica ciudad de Cartagena y volver a ver el mar: esa inmensidad de agua que está unida a todos los mares del mundo.
Fijado el objetivo parece que, aprovechando que no pasa muy lejos de allí, podríamos rellenar la casilla de Ciudad Real, una capital de provincia poco conocida, porque no tiene nada atractivo que merezca la pena ir a ver y porque tampoco pilla en el camino para otros lugares muy visitados. Así que nuestro trazado fue a tenerla como objetivo, pero no de modo directo como hacen los famas, sino callejeando por carreteras secundarias y terciarias.
Transitando por los Montes de Toledo en el mapa de papel, aún lo llevamos, pueden aparecer detrás de un mar de matorrales de jara, lugares como La Nava de Ricomalillo que en la bajada nos mostraba así de impúdico, su cementerio. No paramos más que a hacer un par de fotos.
Penetramos poco después en lugares de tierra muy roja y plúrimas curvas. Algo poco recomendable para entretener el inicio de un viaje tan largo: se llama el rincón de Anchuras y dudo mucho que yo vuelva a pasar por allí: quizá por eso mismo paramos a hacer fotos testimoniales.
No ha mucho que llovió y por ello pude fotografiar estos enrojecidos charcosOvejas pastando en el parque nacional de Cabañeros, supongo que con su leche se hace el queso manchego.
Creo que lo hicieron parque natural a raíz de las protestas por el campo de tiro. Representa el bosque mediterráneo aunque todavía nos queden 300 kilómetros para el mentado mar.
Llegamos a Ciudad Real y esta es la mejor foto que pude sacar de su catedral.
También me proporcionó el postre. Pero no abusé: las uvas tienen mucho azúcar.
no creo que se notaran un par de racimos pequeños, que es lo que tomé. Los modernos molinos de viento son testigos.
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