jueves, 1 de julio de 2021

Enfermedad y salud.

Yo tuve dos coches de segunda mano. Con ellos aprendí sus enfermedades y las consiguientes inseguridades: miedos, cada vez que tenía un problema mecánico, se me apoderaban. Solo he usado la grúa 2 veces en 29 años. El domingo fue la segunda vez y esta con mi hasta ahora robusto y despreocupado Dacia Sandero de casi 13 años de salud y satisfacciones.

Mi coche a la puerta de la casa de mis padres, en Cardeñosa.

Huelga decir que con esta pérdida de virginidad temo empezar la ronda de averías y comenzar a mirar de reojo a los otros coches: los nuevos y los que se anuncian de segunda mano. La confianza de mi amor se resquebrajó violentamente desde el domingo. Una grave avería de mil euros, que quizá no sea prudente invertir, teniendo en cuenta que el día que saque el coche del garaje (espero que sea mañana) nadie me daría mil euros por mi Dacia.

Es una "razón" sentimental, viejo amigo, no soy yo hombre de usar y tirar, sino de recoger lo que otros tiran (hace trece años estaba buscando otro coche de segunda mano pero surgió éste nuevo a solo un poquito más de precio). Estoy herido, bajo de moral, me pasó mucho con los anteriores coches y cuando venía el arreglo volvía a olvidarme de la inminencia de los fallos, de los ruidos extraños, pero ya sabía que era mortal. Lo tenía olvidado, y en esta ficticia inmortalidad viajé abundantemente, como habéis visto en esta pantalla.

Solo pido y espero que no me pase como Machado que en su olmo viejo terminaba: 

mi corazón espera,

 también, hacia la luz y la vida, 

otro milagro de la primavera.

Dicen que se refería a su esposa Leonor, para la que no hubo milagro, que murió al poco tiempo.

 

Estoy melancólico y disgustado porque no cuidé como merecían su salud y la mía. La vida es así.

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