Estaba leyendo los minutos finales del año pasado y me sorprendió el comienzo de éste con los habituales petardos o cohetes. Hace poco estaba nevando y hace un frío bastante considerable en Béjar, las ganas de fiesta están pospuestas para la mayor parte de la gente y sin embargo hay alguien que se ha gastado su dinero en pólvora para que se note, representa el ruido, y no se priva de esa sonora e inarticulada representación, cuyo mensaje podría ser. "Salgo a la calle a quemar un poco de dinero no piensen que los ruidosos de la fiesta dimitimos de nuestra responsabilidad. Viva nuestra alegría de oídos zumbantes." Pensará que los partidarios de su concepción festiva son mayoría y le agradecen el que haya salido a pasar frío.
A mí me gusta representar la cultura, cuando voy al teatro o a escuchar música, no siempre con las mismas ganas y alguna vez movilizándome activamente por ello, venciendo la comodidad salgo a representar a hacer mi modesto bulto cultural.
También hace siete años que recojo las basuras inorgánicas que la gente tira en mi camino cotidiano, me siento responsable de que esté limpio y me agacho y eso que ya mi espalda empieza a hacerme notar que ya estoy más cerca de los sesenta que de los cincuenta. Me gusta y me responsabilizo de que quede una imagen de limpieza.
El año avanza y he escuchado algún claxon: otros representantes de ese ruido festivo se molestan en ejercer su responsabilidad, que por ellos no quede. Pero antes de la una y media habrán de estar en casa. Puede que sea un viejo pero si algo me gusta de esta situación es el toque de queda.
Felices sueños.
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