Pero también es que en España no hay mucha gente que se atreva a afear las conductas incívicas, frente a frente, defender derechos de ciudadano o comprometerse, denunciar y firmar la denuncia. Y pagamos todos; vaya si pagamos. Lo he dicho en mi artículo anterior, es imposible dormir la primera hora del año: hay fuegos artificiales y petardos por doquier, cuando el ritmo de la vida, el de la luz natural, ya se ha marchado desde las seis de la tarde. Muchas personas no desean celebrar la primera noche del año, están enfermos, son niños o, simplemente tienen sueño, y les corresponde el derecho a descansar en esa plena hora de la noche.
Pues no. Resulta que hay una minoría de personas que deciden gastarse su dinero en contaminar los municipios con olor a pólvora y, todavía más, nuestro espacio público auditivo con esas tracas y esas violentas explosiones.
Seguro que la mayoría absoluta maldice esas "expresiones de alegría" pero nadie se atreve a afrontarlas y a poner "pie en pared". Como resultado: cada año más.
El pasado jueves decidí (ya que iba yo solo) montar en un autobús interurbano a ver a mis padres. Es horrible lo que se siente al pasar las elevaciones urbanas; el conductor frena y trata de pasarlos lo mejor posible, pero es algo que incomoda y molesta a los pasajeros y, cuando están dormidos, los despierta. Ahora sucede ya en muchos pueblos que tienen travesía. Pero yo he visto que, de verdad, hay muy pocos vándalos que crucen a setenta u ochenta por hora por un pueblo o ciudad. La mayoría lo respetamos pero, como hay unos cuantos que no..., nos jodemos todos.
No es justo, es una gran pérdida, en todos los vehículos se fuerzan los amortiguadores, los frenos, el embrague para cambiar, a veces se "cascan" las luces. Ojalá fueran las de los pecadores, pero se nos perjudica a los justos. Esta foto la tomé en Sorihuela, que era el último pueblo que faltaba por poner estas elevaciones, antes lo hicieron Puente del Congosto y Santibáñez de Béjar. Me imagino que ningún alcalde, no quieren ser menos, a la hora de defender la integridad física de sus, además cada vez más escasos, peatones y ahora el viaje aparece con nuevos sobresaltos.
Nos falta policía recaudadora, que es la única educadora. Alguna gente se queja de que los ponen para "sacar dinero" Pues no es malo "sacar dinero", además son puestos de trabajo que, porque se autofinancian, salen gratis a los poderes públicos. Y educan individualizadamente. Con el montículo indiscriminado no educan a nadie.
Yo voy andando a mi trabajo entre los pueblos de Béjar y Candelario, un buen día decidí recoger sistemáticamente las latas y botellas que tiran algunos conductores a las cunetas. Sí, a mi me cuesta llevarlas de la mano andando un par de kilómetros, pero me cuesta más trabajo verlas desidiosamente todos los días.
Lo que pienso es que alguien que tira su lata o botella en su viaje cotidiano en coche, en lugares donde no hay un ciudadano como yo, no se da cuenta que su acción le perjudica, que todos los días tiene que ver sus latas de cerveza, porque la tierra no se las come, durante seis meses que es lo que suele tardar la Diputación de Salamanca en mandar una brigada de operarios a recoger esta basura de las cunetas).
Pero peor es que el resto de ciudadanos, que no tira nada también tiene que soportar esa fea visión.
Multas educativas y déjennos en paz a los cumplidores.
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