Estoy seguro de que nunca llegaré a presidente del gobierno, ni siquiera a ministro, así que creo puedo escribir sinceramente lo que pienso de la historia de ese trágico país, especialista en poner el record de muertos en todas las guerras, siempre por su brutal desorganización y tozudo desprecio por la vida (mucho menor respeto por la de sus propios que por la de sus enemigos).
Estoy leyendo la Revolución rusa contada para escépticos, de Juan Eslava Galán, un libro lleno de tremendismo ordenado con humor. Uno ya sabía más o menos qué pasa con la historia de Rusia, país tan desastroso como para ordenar liberar hace pocos años a los niños secuestrados en una guardería a sangre y fuego, (no sé si sobrevivió alguno) lo mismo, o muy parecido, sucedió en un teatro de Moscú: lo más letal que le puede pasar a uno en Rusia no es que le secuestren los chechenos o los yihadistas, es que le quieran liberar los policías rusos. Lo último que me estremeció fue que se le ocurrió dejar un misil tierra aire a sus milicias prorrusas de Ucrania y los muy rusos lo emplearon derribar un avión de pasajeros holandés. (después de eso, a veces miro aviones de pasajeros, colgados en el aire a mucha distancia, que pasan por Béjar y no parecen, no son, ninguna amenaza: aquello solo pudo ser deliberado)
Vodka, ruleta rusa, violencia autodestructiva, y personajes derrochadores de todo lo derrochable, han construido una historia que, a los españoles, que hemos tenido varias guerras civiles en los dos últimos siglos, represiones de retaguardia, carlos cuartos, fernandos séptimos, carlistas, africanistas, y unos gloriosos estúpidos que dieron batalla a los americanos en Cavite o Santiago de Cuba... hundiendo con toda nuestra flota ahogando o mutilando a gran parte de los marineros. Una historia que aborrece la razón, como la española, al lado de la de los rusos, parece doméstica, tirando a aburrida; no me queda más que valorar no haber nacido en Rusia en el siglo XX porque habría sido tomar parte en una espantosa ruleta rusa. Actualizado por la lectura de este libro, la verdad es que empiezo a pensar que me da más miedo que "los rusos" tengan un botón nuclear que lo tenga Trump.
He continuado leyendo en el frío. Como dice el dicho, la realidad siempre supera la ficción y uno lamenta en toda la buena gente de esa ideología que se cargaron los más malos, porque al comunismo lo guiaron los peores, los más taimados atados a su sillón, terriblemente sanguinarios; quizá el hecho de ser el comunismo una idea tan poderosa hizo que sus regímenes sobrevivieran tanto tiempo en manos de esos sátrapas. Perdió su oportunidad en la historia por haber empezado así en Rusia.
Muy buen análisis Juan. Creo que un grupo de granujas, con la implantación de regímenes súper totalitarios, le ha puesto las peras a cuarto al comunismo, incluso al socialismo. Aunque cabe preguntarse, ¿no será que el sistema tiene el gen de la destrucción en su propio ADN? Hay mucha tela por donde cortar. Un saludo desde América.
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