O la pelota está más en el tejado que nunca. Pero los catalanes tienen que vivir, hacer sus economías, cumplir los contratos, reproducirse...
Y están enfrentados, las filas se aprietan, todos se agrupan y ayer han ido masivamente a votar a la desesperada para ponerse enfrente.
Los míos y los suyos.
¿Quien cederá?
¿A alguien le han votado para ceder?
Sin embargo todos sabemos que para que un matrimonio funcione, para que un grupo de amigos funcione, para que un pueblo funcione, hay que ceder, hay que reconocer al otro como a una persona con la que se pueden hacer cosas conjuntamente. Y dialogar y tomárselo con humor, tratando de ponerse dentro de la camisa del adversario. Si fueran inteligentes comprenderían que la democracia les indica precisamente que eso es lo que tienen que hacer.
Ahí está la foto. Empate a votos. Nadie debería someterse, solo trabajar.
Salomón partiría al niño por la mitad.
¿Pero y si lo echan a una guerra civil y empatan también?
La única solución es tender puentes para la convivencia entre catalanes. Pero los políticos son especialistas en crear trincheras.
Mientras tanto los españoles y otros países seguiremos recibiendo empresas catalanas que seguirán huyendo por muchos años de ese pifostio.
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